tag:blogger.com,1999:blog-22107973627728123662024-02-19T11:10:56.811-04:00COMIDA CHINA"Tribulaciones de Eduardo y Beatriz"Unknownnoreply@blogger.comBlogger39125tag:blogger.com,1999:blog-2210797362772812366.post-30655301174927103552008-04-26T10:50:00.009-04:302008-04-26T11:32:29.534-04:30CONCIERTO DE FITO PÁEZ<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjULCUG21x-hk6Ghz-0deRb_nDWLi6DzbeArcS-PooBJZj9R5n-kwB1AdT1vg6eG3TYWaOrqmsYOmp687bdHLFyp1W-Pl5_gYxvoxEgWNQGu2dEqLl7acvGI4EBpAZSSU3Y5vO1uI1cQPE/s1600-h/Entrada+FITO.jpg"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjULCUG21x-hk6Ghz-0deRb_nDWLi6DzbeArcS-PooBJZj9R5n-kwB1AdT1vg6eG3TYWaOrqmsYOmp687bdHLFyp1W-Pl5_gYxvoxEgWNQGu2dEqLl7acvGI4EBpAZSSU3Y5vO1uI1cQPE/s200/Entrada+FITO.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5193581045376616786" /></a><br />El <em>waltz for Marguie</em> anunció fiebre. El concierto permitió hacer balance. La primera vez que vi a Fito Páez fue a través del televisor de mi casa. Él subía al escenario del Teresa Carreño, invitado por Carmen Victoria Pérez, a recoger un Premio Ronda en la categoría Mejor Artista Internacional. La canción del momento era <em>Sólo los Chicos</em>. Recuerdo, años después, el estreno en Sonoclips del video <em>Sasha, Sissí y el círculo de baba</em>. Fueron mis primeros tropiezos con el cantante de Rosario. <br />Cuando era más joven <em>Ciudad de pobres corazones</em> me parecía estridente. Carecía de sensibilidad apocalíptica y, por lo tanto, esa hermosa blasfemia en la que el artista grita: <em>maldito sea tu amor, tu inmenso reino y tu ansiado dolor</em>, me resultaba odiosa. <br />Fito Páez, en gran medida, es un artista de colegio: Hay pisadas que me recuerdan a Walter Lindo y, sobre todo, con tacto de <em>Religion Song</em> a Escarlata González. Yo, en aquel tiempo, ‘era un tipo triste y encantado’. Fueron los días de la primera versión de <em>Mariposas</em>. Me parecía un tema infantil, irreverente, me recordaba fanfarrias de <em>Alegre Despertar</em> al igual que muchos de los temas que integraban el "Circo Beat" a los que, por tener la cabeza en otros asuntos, no les di importancia.<br /><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi9oabJcDVPC5pVYN_A0K-MCYCfFQ4Ot15a_xc_8p1QEW5NFqKRtLB5H1-0MEYImc2nd7eJbCf83AnoO_M5ufM9wx7p1ctVM-TUBkQLAI_GHb7gMdmNgOjr6CoO9X_qvRtm_1g1y7QtON4/s1600-h/Fito+concierto.jpg"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi9oabJcDVPC5pVYN_A0K-MCYCfFQ4Ot15a_xc_8p1QEW5NFqKRtLB5H1-0MEYImc2nd7eJbCf83AnoO_M5ufM9wx7p1ctVM-TUBkQLAI_GHb7gMdmNgOjr6CoO9X_qvRtm_1g1y7QtON4/s320/Fito+concierto.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5193580731844004162" /></a><br />El concierto abrió con el <em>waltz for Marguie</em> incluido en “Rodolfo” (2007), pieza preciosa, piano breve y solitario, clásico y romántico. <em>11 y 6</em> inició un recorrido por historias viejas, por tertulias altaneras en casa de la gorda, Patricia Méndez, y debates inútiles en clases de Historia de Venezuela sobre la conveniencia política que, a mediados de los noventa, representaba Rafael Caldera. <br />Mi amistad con Fito se funda, básicamente, en el descubrimiento tardío de “El amor después del amor”. Luego, en 1996, aproximadamente, se consolidó con “Euforia”. <em>Cadáver exquisito</em>, tema que no tocó, fue canción de madrugada y cuna. “El amor después del amor” apareció en mi casa. No lo compré, recuerdo que se lo robé a un primo. De catorce <em>tracks </em>de este trabajo, Fito interpretó diez. Un arreglo precioso de piano y guitarra trajo los restos de <em>El muro de los lamentos</em>. Un golpe bajo, entre tantos, apareció con <em>Creo</em>. Tema difícil, una de esas letras que se oyen y, por curiosas necedades humanas, se apropian. “<em>Si fuera poeta escribiría algo como eso, sé de lo que está hablando; ayer, justamente, sentí y no supe apalabrar aquello</em>”: son algunas de las reflexiones idiotas que surgen cuando escucho canciones como <em>Creo</em>. <em>Creo </em>formó parte de un disco variado que, en 2006, llevamos a Rumania. Montague la descubrió en medio de Los Cárpatos. Alguna vez, en historia reciente, recomendé la canción al joven aprendiz Rodrigo Michelangeli quien se iniciaba en el culto a Fito y, desde entonces, se ha convertido en pieza esencial de su i-pod.<br />Conmovió también la interpretación, a dúo con los Marlango, de <em>Pétalo de sal</em>. Más tarde, junto a una andaluza cuyo nombre no recuerdo, brindó un arreglo clásico de <em>Un vestido y un amor</em>. <a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg38YPs_hSGAGOxoKZqfcaZd2ukSywO6WghcIa22oQGipBlQUwyzFEVgBxAhJ2hAXcQjm3eyCUYfegRSQBpB64mtsf0BCzgvhkvbmXlQaelLMfvpdDOUUe-rJ6t78iU4d2EYq9KeXhkvSo/s1600-h/Fito5.jpg"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg38YPs_hSGAGOxoKZqfcaZd2ukSywO6WghcIa22oQGipBlQUwyzFEVgBxAhJ2hAXcQjm3eyCUYfegRSQBpB64mtsf0BCzgvhkvbmXlQaelLMfvpdDOUUe-rJ6t78iU4d2EYq9KeXhkvSo/s200/Fito5.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5193580216447928626" /></a><br />Arrancó <em>A rodar mi vida</em> y Bea, haciendo gala de su mala memoria, había olvidado que esa canción, a finales de 2006, fue banda sonora de mi solicitud de matrimonio. El coro final, el condicional “<em>si hice más liviano el peso de tu cruz</em>”, más o menos, le hizo recordar que, efectivamente, la canción hablaba de nosotros.<br />Fito invitó al escenario a dos impresentables llamados Los Pereza. No los conocía, no los conozco. Su <em>look </em>juvenil y transgresor me resultó sospechoso, sin embargo, cuando lanzaron los primeros acordes de <em>La rueda mágica</em> mis prejuicios hicieron mutis. Creo que, alguna vez, le dije a Patricia Méndez que al escuchar esa canción me entraban ganas de recorrer el mundo. Eso lo decía cuando Río Chico o, quizás, Anaco representaban mis más plausibles horizontes. El sueño con el Liverpool bar ha variado con los años; el escenario cambia de manera rotunda al concebirlo desde geografías remotas: castellanas, eslavas, dacias o magiares. Mis amigos futboleros dicen que mi simpatía por el Liverpool responde, únicamente, a que su DT es Rafa Benítez y, a través de él, expreso cierta nostalgia valencianista. En ejercicio de ociosa honestidad podría decir que el Liverpool me gusta, sencillamente, por esta canción que escuchaba cuando tenía 18 años y arrastraba taras sobre la estructura de los sueños, la noción de amistad, un sobrevalorado – y sin duda trastornado- concepto del amor y la indecisión absoluta sobre qué hacer <em>con </em>y <em>en </em>el tiempo.<br />Sorprendió <em>Dos días en la vida</em>, no la esperaba, hizo el tránsito idéntico al del CD noventero: Luego del <em>Amor después del amor</em> contó la simpática historia de Thelma y Louise. Rescató <em>Giros</em>, acompañado en la guitarra de Ariel Rot. Esperaba, en trance de infarto, la emergencia de <em>Ambar violeta</em> pero no apareció. No tocó temas de sus incomprendidos trabajos “Naturaleza sangre” ni “Rey sol”. De “El mundo cabe en una canción” sólo salvó <em>Eso que llevas ahí</em>. Esperaba escuchar, sin mucho entusiasmo, <em>Te aliviará</em> o mi canción mala favorita <em>Rollinga o Miranda Girl</em>. “El mundo cabe…” es uno de esos trabajos incomprendidos, esos que censura la afición y que requieren jornadas extensivas de análisis y reflexivas borracheras. <br />Una de las cosas que aprecio de Fito, como en otros pocos que ahora no nombraré, es su noción del cambio, la asimilación de los años. Al aficionado convencional le molesta que el artista madure, que cambie la blasfemia por el canto jovial y festivo que no apela a versos trascendentes sino que, sobre la rutina, se inventa líricas sencillas, poco ambiciosas. “El mundo cabe…” es, a mi juicio, un homenaje al Bob Dylan más superficial, a las canciones sonsas, a las letras que se tararean y no se piensan. El contraste “Naturaleza sangre” – “El mundo cabe…” creo que es suficientemente ilustrativo. Es agradable escuchar, en la misma voz aguda y ricamente desafinada, a dos personas diferentes, a un espejo que refleja dos días en la vida: el día bueno en el que provoca silbar <em>Sargeant maravilla</em> y el día terrible, en el que arde la cabeza y el sentido del mundo colapsa, en el que apetecen <em>139 lexatins</em> y afirmaciones como “<em>Un hombre se hace fuerte cuando se decepciona</em>” parecen tener un sentido de realidad incuestionable.<br />Fito Páez presentó a Madame Madrid; los técnicos colocaron un banco y apareció Joaquín Sabina. <em>¡Maldita sea! ¡Este es, verdaderamente, un momento!</em>, me dije. Fito interpretó <em>Contigo</em>, tema original de Joaquín que, en parte, capta su tormentosa relación. Luego vino la convencional <em>Llueve sobre mojado</em> y recordé tardes que se traspapelaron con otras tardes, con pasillos de la UCV y romances de ocasión. Esa canción fue <em>soundtrack</em>, a finales de los años noventa, de una larga relación con una mujer mayor.<br /><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjkEzKxleITJQJhMzgC_UYXrBAuUD8Ie6OeOmMVHXxaxaAzyfR2uru_zH4XWB5DdjwBzVwAVh7oRMu42kpQzG1Kh-0IDeeHCT0UOvoJICL8qMmuBRg8hSKLG8zAnSmGke2OgKSWsuvDGVI/s1600-h/Fitorodolfo.jpg"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjkEzKxleITJQJhMzgC_UYXrBAuUD8Ie6OeOmMVHXxaxaAzyfR2uru_zH4XWB5DdjwBzVwAVh7oRMu42kpQzG1Kh-0IDeeHCT0UOvoJICL8qMmuBRg8hSKLG8zAnSmGke2OgKSWsuvDGVI/s200/Fitorodolfo.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5193583111255886178" /></a>En “Rodolfo” hay una pieza llamada <em>El cuarto de al lado</em>. Es una canción reciente, de nuevo cuño. La interpretó con entusiasmo y prólogo: <em>Uno se hace viejo</em>, dijo. <em>Aparecen los hijos</em>. Anunció en su prefacio reflexiones simples sobre la naturaleza de la casa. “<em>Me gusta que mis hijos duerman en el cuarto de al lado. A esa situación le escribí esta canción</em>”. El tipo que deleitó mi adolescencia con <em>Sólo los chicos</em> y que con <em>Cacería </em>-que tampoco cantó-, habló de zares, serpientes en Lisboa y eunucos de Alá, asimilaba su condición adulta y, con palabras sencillas, narraba la complicada situación del matrimonio. A pesar de que tengo el disco desde hace un par de meses y que, en labores domésticas como el aspirado y el fregado, suelo colocar como contorno, no había reparado en la letra. Canción de afectos tácitos, de discusiones cotidianas e insultos afables, de hoy no te soporto pero te necesito, de quédate o desaparece, de hoy yo cocino y tú planchas, de mañana almorzaré fuera, de ‘estamos gastando demasiado’, de veamos una película, o de, algún día, podremos disfrutar de una biblioteca más amplia. Canción que envejecerá bien. Diciendo, justamente, esa sentencia: “<em>la siguiente es una de esas canciones que ha envejecido bien</em>” presentó <em>Tumbas de la Gloria</em>.<br />El cierre del concierto estuvo ungido en melancolía: <em>Y dale alegría a mi corazón</em> me trajo retazos del Colegio La Concordia. Luego soltó <em>El cable a tierra</em> y ese tema sí que estimuló mi quiste de retención nasal, mi colón espasmódico y, seguramente, dio lugar a un principio de úlcera. <em>¡Basta, basta!</em> Citaba Nietzche en un aforismo que, con Cobbe, plagiamos a placer en varios números de Éxigo. <em>¡Fito, termina con esto, es demasiado. ¡Da las gracias y lárgate!</em> No tuvo mejor idea que invitar al escenario a Pablo Milanés. No le hace bien a los hombres de temperamento melancólico ver en un mismo escenario a Fito Páez y a Pablo Milanés, mucho menos interpretando <em>Yo vengo a ofrecer mi corazón</em>. Seis minutos plenos: <em>A mí manera, Yo no te pido y Allí</em> –mis favoritas de Pablo- se fundieron en una sola letra. <br /><br /><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiyBnf2gZO3TuDfrRAsRfTPfRrhm861aLMYBZCYfPtKG9WfgRW7zGoYCWLWz3epP8dOwcsYP4Uv_dAJm99NqQ0Z6kGR8vLUEBEkFTTVPUNY3PsRQzK1PMOl1yTNAcuYeFc-9FHxwu7FpIQ/s1600-h/Fito+concierto2.jpg"><img style="float:right; margin:0 0 10px 10px;cursor:pointer; cursor:hand;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiyBnf2gZO3TuDfrRAsRfTPfRrhm861aLMYBZCYfPtKG9WfgRW7zGoYCWLWz3epP8dOwcsYP4Uv_dAJm99NqQ0Z6kGR8vLUEBEkFTTVPUNY3PsRQzK1PMOl1yTNAcuYeFc-9FHxwu7FpIQ/s200/Fito+concierto2.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5193579920095185186" /></a> Volvemos al cabaret de Rosario, dijo. Se sentó al piano e interpretó acordes extraños, luego de un intro breve cantó: <em>Me gusta estar al lado del camino, fumando el humo mientras todo pasa</em>… En ocasiones, cambió la letra: "<em>The Beatles, caña Legui, Charly García…</em>" Para entonces ya me encontraba estéticamente baleado, con el entusiasmo roto y el páncreas sobre excitado. “<em>El tiempo a mí me puso muchos años</em>”… agregó. <em>Al lado…</em> siempre fue una experiencia musical extraordinaria. Fue el disco de Vancouver, de los tres meses en el oeste canadiense allá por los días del cambio de siglo. Aprendí “Abre” de memoria. Recuerdo que, escuchando <em>Al lado…</em>, recibí desde Caracas la noticia de un amargo fallecimiento. Desde entonces el verso “<em>la brisa de la muerte enamorada</em>” me trae el olor aséptico de las funerarias, me trae fotos de niños viejos, de carajitos felices que sonríen a la cámara y que, se supone –por lo que dicen los viejos-, que éramos nosotros.<br />El cierre vino con <em>Dar es Dar</em> y, por supuesto, <em>Mariposas</em>. Varios versos me llevaron a mi casa, no a la Plaza Castilla, a Santa Mónica. “<em>Cuando me fui, no me alejé</em>” me decía el argentino, de tú a tú, en medio de una multitud entusiasta. “<em>Llevo un destino errante, llevo tus marcas en mi piel</em>”… Unamuno en su <em>Sentimiento trágico</em> cita a un pensador alemán llamado Oberman: “<em>¿Quién soy yo? Para el universo nada, para mí todo</em>”. Recordé el aforismo al personalizar la letra, al acordarme de Tere cocinando arroz mientras José se iba los domingos al hipódromo. Fito diría que ‘<em>levantaba sus principios de sutil emperador</em>’ aunque, con palabras distintas, se refiere más o menos a lo mismo.<br /><em>Bonus track</em>: <em>Desarma y sangra</em>, homenaje a Charly. Precioso tema. Tumulto, salida, andanza a la estación del metro. Sé que la noche disfrutó de <em>La rumba del piano,Polaroid de locura..., Brillante sobre el Mic y Circo Beat</em>. Quedaron pendientes <em>Parte del aire, Tus regalos, Tu sonrisa inolvidable, Cacería, La despedida</em> y, entre tantas, <em>Cadáver exquisito</em> pero ‘<em>Che</em>’, le dijo a una fan entusiasta, ‘<em>qué más quisiera yo que cantarlas todas, pero no puedo</em>’.<br />Por lo general, odio los conciertos. No soporto a las multitudes eufóricas. Grupos de gentes haciendo el ejercicio del aplauso y el griterío me producen fallas respiratorias. Sólo al final, en el barullo del <em>bis</em>, sentí algo de vértigo por la desbandada, por los rostros felices y las fanfarrias. Me aturde la alegría colectiva, sin embargo, logré moderar mi intolerancia y disfrutar del momento. Cuando el argentino se sentó en el piano y dijo “<em>tu tiempo es un vidrio, tu amor un fakir</em>” logré abstraerme y olvidar mi inevitable participación en la masa.<br />Buena noche en Madrid. Luego, madrugada de vinos con Martín y Steph, compañeros del MEEL. Tertulia musical de Sabina y Marlango.<br /><br /><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh9r6Uyv7AcpjaLO-o7ytXGc9fgEZiXT9pgTESzKKUjXrupEoai2XNjEy6au5cvnXbbvt3fUy9B_f9pqZhFo-KN_zpzGm9pP7v0xMdpwfwkwwx8_0LHF1bJTh6AVTIf4Iq-ZfSfMvD-s2s/s1600-h/concierto4.jpg"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh9r6Uyv7AcpjaLO-o7ytXGc9fgEZiXT9pgTESzKKUjXrupEoai2XNjEy6au5cvnXbbvt3fUy9B_f9pqZhFo-KN_zpzGm9pP7v0xMdpwfwkwwx8_0LHF1bJTh6AVTIf4Iq-ZfSfMvD-s2s/s200/concierto4.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5193579589382703378" /></a>Unknownnoreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-2210797362772812366.post-17442727402316712742007-12-05T12:42:00.000-04:002007-12-05T13:17:20.510-04:00LECHUGAS CON POLLO por Eduardo<strong>HISTORIAS DE LOS RODRÍGUEZ:</strong><br /><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjdgL4jMvxR2-DfOTDj0M_Y-y6zJJ3c7MFiX-LuSFFOz_CaYWrQAyfFXLXYGOI5AUNYXO76dk7WTCHplVE9DGiMIYAryFIfvB9-pp93R_QKQgs3VIstUGUu08qMam3Tc8hyb0kJYtRgPVM/s1600-h/Los+Rodr%C3%ADguez.jpg"><img style="float:right; margin:0 0 10px 10px;cursor:pointer; cursor:hand;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjdgL4jMvxR2-DfOTDj0M_Y-y6zJJ3c7MFiX-LuSFFOz_CaYWrQAyfFXLXYGOI5AUNYXO76dk7WTCHplVE9DGiMIYAryFIfvB9-pp93R_QKQgs3VIstUGUu08qMam3Tc8hyb0kJYtRgPVM/s200/Los+Rodr%C3%ADguez.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5140530828677603426" /></a><br /><br /><em>“… Es cierto. Fuenlabrada, muchas gracias… Buenas noches. Somos Los Rodríguez ese es Ariel en guitarra, Ariel Roth. Con Daniel Zamora, el segoviano, Daniel en bajo. Germán Vilela en la batería… Germán… Julian Infante, un pedazo grande de la historia del rock en España, Julian Infante en guitarra. Buenas noches, Madrid, somos Los Rodríguez ya estamos tocando, gracias”.</em><br />Andrés Calamaro, Los Rodríguez. Versión en vivo de <em>Me estás atrapando otra vez</em>. <em>TRACK 8</em>. <em>Hasta Luego</em>.<br /><br />La semana pasada, el jueves 29 de noviembre, murió Daniel Zamora, el segoviano. El cáncer, con su habitual insolencia, lo humilló. Impaciente, anticipándose a la derrota, el bajista de Los Rodríguez prefirió quitarse la vida.<br />El cuatro de diciembre de 2000, a los 43 años, murió Julian Infante. El <em>pedazo grande de la historia de la historia del rock en España</em> sucumbió ante aquel eufemismo que, en la prensa latinoamericana, aún suelen reseñar como una enfermedad penosa.<br />Hace diez años, aproximadamente, tuvo lugar la separación de Los Rodríguez. <em>Hasta luego</em> fue el cierre de una experiencia musical espléndida.<br />Los Rodríguez evocan, claramente, el muro del módulo 6 de la Universidad Católica Andrés Bello, aquella construcción amorfa y funcional que separa el estacionamiento de las oficinas de facultad. Los Rodríguez, entonces, escribieron varios episodios.<br />Andrés Trujillo, por ejemplo, pintoresco profesor de historia, fue asimilado a la letra de <em>Engánchate conmigo</em> en más de una tertulia curda u orgía civilizada. “<em>Es el fin de semana largo y dan algo bueno por T.V, y la casa va parecer grande si tu no vienes qué voy a hacer… voy a sacar a pasear mi dolor, como un tonto</em>”. Esto, entre otras grandes piezas, se cantó mil veces a garganta batiente en la carretera regional del centro con las melenas invencibles, -valencianas, criollas y alemanas-, barridas por la brisa en el reducido y familiar espacio de un Fiat Uno azul al que no le funcionaba el aire acondicionado. <br /><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhJ-vS-qhKOWbRdXeEwLQ0g-zDJHl39-ZDl7vMT22UXoB6KWrfBGNjaxOnE1yQFmbSbPljStxTCnWhp7RjmXtId7KVHqGVeOfp-EB64MjQkiIQF3q6w-K5C4kzLL1yfMFugVS8N4l-1uJM/s1600-h/%C3%89XIGO+-+1.jpg"><img style="float:right; margin:0 0 10px 10px;cursor:pointer; cursor:hand;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhJ-vS-qhKOWbRdXeEwLQ0g-zDJHl39-ZDl7vMT22UXoB6KWrfBGNjaxOnE1yQFmbSbPljStxTCnWhp7RjmXtId7KVHqGVeOfp-EB64MjQkiIQF3q6w-K5C4kzLL1yfMFugVS8N4l-1uJM/s200/%C3%89XIGO+-+1.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5140532958981382258" /></a><br />El <em>soundtrack</em> de Éxigo, en sus primeros números, fue <em>Sin documentos</em>. “<em>Quiero ser el único que te muerda la boca</em>” fue el verso fundacional de aquella relación incomprendida y exclusiva que logramos formar con Laura Montanari. “<em>Enlace anímico y respaldo psicológico</em>” era, según créditos exigales, la función de la simpática muchachita valenciana. Laura escribió, por la fuerza, dos o tres cosas para Éxigo: una medianamente buena y dos inservibles. Sin embargo, el engranaje exigal dependía, absolutamente, de su gracia inútil. <br />Era, también, la época de <em>La Milonga del marinero y el capitán</em>. No había fiesta en Santa Mónica, Montalbán o Valle Arriba que Montague Cobbe y yo no termináramos cantando la triste historia de este par de miserables a los oídos de la amante de turno. <br /><em>A los ojos</em>, <em>Mi enfermedad</em> y <em>Mucho mejor</em>, -más tarde vulgarizada por la cerveza Brahma-, sonaron con efusión en la finca de Yélica Reyes. Incluso en Munich el año pasado atravesamos la ciudad, algo borrachos, citando versos entre <em>Palabras más o menos</em> que, en gran medida, dirigieron nuestra extraña peripecia por Europa del Este.<br /><br /><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjdFJE5zAmam1WDRB8E6T-8iZcbgq9ixvtjtaPaITX7ZpuYc-KqHELEzTkod-8l56twmROepFj66pnd6OvBKeDExgkMfU80frHDKZS3I92cFyFpyLO_-xw80AViTyDYSR_QN-HWDmuN-JY/s1600-h/Ruta+rumana.jpg"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjdFJE5zAmam1WDRB8E6T-8iZcbgq9ixvtjtaPaITX7ZpuYc-KqHELEzTkod-8l56twmROepFj66pnd6OvBKeDExgkMfU80frHDKZS3I92cFyFpyLO_-xw80AViTyDYSR_QN-HWDmuN-JY/s320/Ruta+rumana.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5140533852334579842" /></a><br /><br /><em>Montague conduce por los Cárpatos. Eduardo, copiloto, descifra los mapas. El gallego, Adolfo, duerme y la Cabroncita, Laura Montanari, mira por la ventana. Banda sonora: Los Rodríguez</em>.<br /><br /><em>Cuando te has ido</em>, uno de los peores temas de la banda, fue la canción del verano en nuestra <em>road-movie</em> rumana. “<em>No me esperes una eternidad</em>” gritaba Andrés Calamaro por las desoladas carreteras de Transilvania. Bucarest, por su parte, a golpe de seis de la mañana, con un taxi –destino aeropuerto-, esperando en la penumbra, nos obligó a despedirnos de la Cabri en una mazmorra del bulevar Dul-Uniri. El episodio dio pie a que, meses más tarde, desempolváramos <em>La mirada del adiós</em> que, hasta la fecha, se ha hecho una melodía esencial de antologías para I-pods, Media Player, CD’s quemados y verbenas.<br /><br /><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhfxPl7kKa9tPHksnC5fLs3EWZuRYrMvHjyfKrooCdZmj1cdgJ-AsEaT4IZ4msq0titrC-dcrtDlNJrvaFFhWNCuRq7cWL2rzBDvJaUGDXUE70rBJIiv_wfWOCde2madd1sqeZf8tr-ofo/s1600-h/Untouchables.jpg"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhfxPl7kKa9tPHksnC5fLs3EWZuRYrMvHjyfKrooCdZmj1cdgJ-AsEaT4IZ4msq0titrC-dcrtDlNJrvaFFhWNCuRq7cWL2rzBDvJaUGDXUE70rBJIiv_wfWOCde2madd1sqeZf8tr-ofo/s320/Untouchables.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5140534930371371154" /></a><br /><br /><em>Laura, Montague, Eduardo y Adolfo en un bar de Brazov, Transilvania.</em><br /><br />El pasado 17 de agosto, con Adolfo Calero como único Rodríguez presente, Bea y yo inauguramos nuestra película matrimonial con el baile, en tiempo de vals, de <em>La parte de adelante</em> creación individual de Andrés Calamaro que, en nuestra historia personal, asimilamos a todo lo que significó Los Rodríguez. Inútilmente, previo acuerdo con la orquesta, la fiesta en La Esmeralda cerró con <em>Me estás atrapando otra vez</em> a las cinco de la mañana. El tema, desconocido para la mayor parte del público presente, me lo tripeé yo solo: Montague, sin pasaporte venezolano y sin dinero, estaba en Londres; la Cabroncita, desarraigada y, por supuesto, sin dinero estaba en Barcelona; Adolfo haría, más o menos, quince minutos que se había ido para su casa y Bea, en un arrebato de curdo-narcolepsia, dormía la pea –según ella mala digestión-, en el vestíbulo del baño rodeada de doñas y amigas que la invitaban a recuperarse tomando menjurjes, frescolita con sal o tomate con leche. <br />Con la muerte de Daniel Zamora, el segoviano, sólo quedan tres Rodríguez (Andrés, Ariel y Germán). La trayectoria de Andrés Calamaro, desde la ruptura, ha sido notable. Muchas de sus canciones se han incorporado, en esa simbiosis peculiar que en la escuela de Letras de la UCV llamarían Música-vida, a nuestro repertorio. Ariel Roth ha hecho cosas que no entiendo. No puedo condenarlo por aprecio. Decirle a un amigo "<em>la estás cagando</em>" o, quizás, "<em>te están montando cachos</em>" siempre es complicado. <br />Todos los Éxigos nos fuimos de Venezuela. La dispersión nos impide celebrar el sepelio. Por treinta o cincuenta mil bolívares, sin embargo, me atrevería a contratar, vía Internet, a algún estudiante entusiasta con el fin de diseñar un epitafio. En el muro del Módulo 6, con tipex, valdría la pena escribir en honor a Daniel Zamora, el segoviano; a Julian Infante y, en ejercicio libre de nuestro narcisismo, a nosotros mismos, la intrascendente, simple y rotunda expresión de <em>Buena Suerte</em>: “<em>Dicen los toreros</em>.” <br /><br /><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjh4k_mp5Jb6DN_IHXpjnWhncVnWHm9c5pF_2PKy2G2KKN0c0_ToLXrX8wp7jHOfpmuTz0vD1MtSlCqmMmaTaBYZ4vPA1Tcj0lNq2CTFgAIZiYVzdajGkYAiHpi8nw6bX7bUPIJr65k81I/s1600-h/Rodr%C3%ADguez2.jpg"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjh4k_mp5Jb6DN_IHXpjnWhncVnWHm9c5pF_2PKy2G2KKN0c0_ToLXrX8wp7jHOfpmuTz0vD1MtSlCqmMmaTaBYZ4vPA1Tcj0lNq2CTFgAIZiYVzdajGkYAiHpi8nw6bX7bUPIJr65k81I/s200/Rodr%C3%ADguez2.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5140536528099205282" /></a><br /><br /><em>Andrés Calamaro, Ariel Roth, German Vilela y Daniel Zamora, el segoviano en un lugar muy parecido al muro del Módulo 6.</em>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2210797362772812366.post-36312134926448015592007-11-29T09:11:00.000-04:002007-11-29T09:59:05.851-04:00AGRIDULCE DE CERDO por Eduardo<strong>LA CURIOSA ESTÉTICA DEL JAMÓN</strong><br /><br /><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjdtyqEQt1YpPUfKHBZcEzKC8yy7dWOlwab06qjhbXGeTKffAqplHlkGYxcLFFZ9TgMYANTaz6EFmWb2TM2awC8KMIgUWBUyGmyabALbLB-QLxHzot8351Hs9XYFmXfnFEZdQ4C5sJrh5Y/s1600-h/Jam%C3%B3n.jpg"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjdtyqEQt1YpPUfKHBZcEzKC8yy7dWOlwab06qjhbXGeTKffAqplHlkGYxcLFFZ9TgMYANTaz6EFmWb2TM2awC8KMIgUWBUyGmyabALbLB-QLxHzot8351Hs9XYFmXfnFEZdQ4C5sJrh5Y/s320/Jam%C3%B3n.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5138249328072252818" /></a><br /><br />La palabra jamón, en el entorno criollo, tiene referentes lascivos. La palabra jamón, en Venezuela, no es una palabra culta. Difícilmente, este vocablo trascienda la esfera de la cotidianidad: “<em>Pana, dame, por favor, un cachito de jamón</em>”, se cita con frecuencia en las panaderías; o, quizás, las amas de casa dicen a los portugueses: “<em>Antonio, Joao, Jose</em> –o cualquier otro caso, <em>dame medio kilo de jamón y dos de queso paisa</em>”; también es habitual escucharla en fuentes de soda o comederos: “<em>Menú 1. Jugo de naranja, café y huevos revueltos con jamón</em>”. <br />El jamoneo, por otro lado, es una expresión vulgar: los amantes, reflexivamente, se jamonean. A saber, se tocan, se palpan, se 'meten mano'. Curiosamente, se ha establecido un vínculo entre el popular alimento y la interacción desaforada de los cuerpos. Infiero, desde una perspectiva culturalista, que esta relación se funda en el olor que despide el jamón cuando, olvidado, pasa más de dos semanas en la nevera. El jamón, en este contexto, forma una película viscosa que, efectivamente, puede parangonarse al ejercicio glandular y salival con el que los amantes se entregan en desbandada.<br />Expreso estas consideraciones ante el uso y el abuso que los españoles hacen de la palabra jamón. En Madrid, el jamón ha salido de la esfera privada y, libremente, se instala en la vida pública. Muchos restaurantes, locales nocturnos y charcuterías se apropian el término ‘jamón’ con una finalidad comercial e, incluso, estética. No imagino, en la principal de Las Mercedes o en Altamira un local llamado <em>The Hams house</em> o <em>Hams palace</em>. Ni siquiera las areperas se arriesgan, en sus pintorescos nombres, a valerse del vocablo. Es inconcebible, por ejemplo, imaginar en una esquina de Chacao a <em>La reina del jamón</em>.<br />Es habitual, al caminar por Madrid encontrar <em>El museo del jamón; la jamonería, la casa del jamón; más jamón; Don Jamón; jamón, jamón, jamón; el rincón del jamón; la casa del jamón; el palacio del jamón</em>, etc. La gente joven, en los autobuses, incluso comenta: <em>Vamos a la jamonería</em> y, efectivamente, las llamadas jamonerías están repletas de muchachos que toman cerveza y comen butifarras.<br />El licenciado gallego Adolfo Calero, en una oportunidad, me explicó que la importancia del jamón en España se remonta a los tiempos de la Reconquista. El jamón, a su juicio, era sinónimo de cristiandad. Hay una sólida relación entre el jamón y la Iglesia Católica, dice el intelectual montalbano. El chorizo, la chistorra y el jamón, colgados en la ventana de una casa fueron un sustituto del crucifijo. Los infieles, en su desdén por las carnes y embutidos, eran fácilmente reconocibles. El jamón, en este sentido, ha formado parte de un discurso tradicional y, claramente, ibérico.<br />Valdría preguntarse, y sin duda podría ser un tema de tesis, el por qué para los venezolanos el jamón representa un vocablo soez. En general, los venezolanos han desarrollado un profundo desdén estético hacia las palabras que designan embutidos. Salchichón, chorizo, morcilla y chinchurria, entre otras, son palabras vinculadas a un discurso de juerga. ¿Y qué decir de la vilipendiada mortadela? <br />Hay, en este contexto, un notable campo de estudio para antropólogos, lingüistas, historiadores de la cultura y, sobre todo, como es mi caso particular, ociosos y habladores de paja.Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2210797362772812366.post-40498376250591639892007-11-18T14:18:00.001-04:002007-11-29T09:11:03.030-04:00RECUERDOS DE ANACO por Eduardo<em>A los Bastardo</em><br /><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgoXjgcdRJHENpTDkS-A4exEjnO7Wvgg62pEvfGuxZP3P4S4w4Vw3zxEtwWha2OyvL9KkKsV3jx_ntocyOX2BiWNdMtKzgQALXjxZRUoJFyiNHyOfjoyPgujEDxqJXaigLooqSyoaA6OUU/s1600-h/municipio-EscudoAnaco.jpg"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgoXjgcdRJHENpTDkS-A4exEjnO7Wvgg62pEvfGuxZP3P4S4w4Vw3zxEtwWha2OyvL9KkKsV3jx_ntocyOX2BiWNdMtKzgQALXjxZRUoJFyiNHyOfjoyPgujEDxqJXaigLooqSyoaA6OUU/s200/municipio-EscudoAnaco.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5134256722178923906" /></a><br />El guayabo, expresión coloquial afín a la melancolía, se fija en Anaco. Es habitual, en el exilio voluntario, tropezar con amistades circunstanciales que evocan un pasado, supuestamente común, con dejos de <em>saudade </em>y terrible nostalgia. Los entusiastas de oficio preguntan impertinencias. Caracas, la verdad, no es objeto de añoranza. Su lejanía, por el contrario, tiene carácter analgésico y, a ratos, balsámico. El recuerdo, ligado a la capital, suelta nombres, espacios propios y momentos personales indiferentes a lo urbano. Extraño personas y lugares concretos. A la ciudad como tal, le decía en estos días al Gentleman, no la echo de menos. La ausencia del Ávila me da lo mismo.<br /> Anaco, sin embargo, aparece. El insomnio, tara adolescente que no he logrado superar, atraviesa veredas empolvadas paralelas a la avenida Zulia. La carretera de Oriente, llena de caseríos y peajes abandonados, se cuela en el otoño madrileño mostrando, intermitentemente, los desaparecidos campos de Corpoven. En Anaco no hay nada, diría con razón todo caraqueño medianamente sensato. La gente no va a Anaco, la gente se va de Anaco, podría citar, incluso, José Heriberto Bastardo, primo, amigo y anaqueño de pura cepa. Poco podría rescatar del Anaco físico, de ese pueblo oriental que es igual a todos los pueblos orientales. Anaco es una especie de Cabré sin Ávila, un llano cercado por tuberías de gas, una avenida ancha que, sin anuncio previo, se vuelve carretera. <br /><br /><strong>SONIDOS E IMPRESIONES DE ANACO</strong><br /><br /> La cochina se estrella contra la madera. Un jugador –preferiblemente derrotado, sentado sobre la cava, ha de levantarse para servir la ronda. Insultos, ofensas amistosas e invectivas originalísimas se escuchan en la mesa de truco. Chayo, en medio del escándalo, da volumen al televisor para disfrutar de la ‘comedia’ –nominación ésta que las abuelas asignaban a las telenovelas. Carites, coro-coros y pulpos cumaneses se cuecen entre las manos de Güicho. El olor del asopado pasa, constante y sin furia, entre las ventisqueras artificiales del aire acondicionado. En Anaco, dentro de la casa, hacía mucho frío.<br /> Es el Anaco de los campos petroleros, el Anaco de Corpoven, el Anaco viejo. Vivían los Bastardo en el llamado campo médico. En aquella plaza hicimos infancia. No hay Paracotos, Club Táchira o Bimbolandia que logre, si quiera, aproximarse a aquel Anaco. La familia, entonces, daba para montar dos equipos de béisbol. Aquellas caimaneras se jugaban con pelotas de tirro, con bates de aluminio magullado. Jugábamos detrás de la casa en el terreno montuno que bordaba las residencias asignadas a las familias Urbano y Bastardo. La entrada principal, por acuerdo común, era la puerta trasera. Postes azules, cruzados, formaban bajo una plancha de zinc el vestíbulo y el estacionamiento. <br /> La bicicleta, en la memoria, nace en oriente. Aprendí a montar bicicleta en algún patio de Lecherías, en el antiguo <em>Poblado</em>. José, mi padre, participó en la remoción de las ‘rueditas’; otros personajes, hoy traspapelados de lo ‘nuestro’, como Braulio Pérez y un tal Rafaelito –ya olvidado por muchos, pusieron en práctica exitosas pedagogías del pedaleo y el equilibrio. Anaco, reitero, eran días de bicicleta. El concepto <em>Melrose Place</em>, impuesto por la petrolera, nos permitía recorrer los distintos campos (norte, sur o rojo) sin temor a camioneteros velocistas o salteadores de camino. <em>¡Una pica!</em>, era la habitual expresión de vuelta, un enorme policía acostado que delimitaba la casa de los Bastardo era el punto de llegada. Era un muro alto, abrupto. Aún conservo cicatrices de los golpes que llevé al perder el control de la bici tras pasar aquel promontorio. Había una mata al fondo, no sé si de mango, que, por lo general, me atajaba.<br /> No sólo gozamos en Anaco de los juegos del campo; nuestra infancia – al menos la mía y la de Félix, fue cruel; disfrutábamos acosar y torturar animales. Muchas lagartijas, conocidas en el pueblo como ‘matos’, fueron atravesadas por balines de <em>flower</em>. En ocasiones, sobre la reja que separaba la casa del complejo deportivo, se posaban pájaros de colores oscuros y cantos parecidos, sólo se diferenciaban por los pelajes y la forma del pico. No hay, por fortuna, aves muertas en mi conciencia. Disparé, es verdad, pero nunca les di. Mi puntería, como la mayoría de mis habilidades deportivas, era –y sigue siendo, lamentable. <br /> Al caer la tarde, luego de la ducha obligada, paseábamos del Betamax al computador Apex de cuatro colores y disco flexible. En Anaco había tres películas: <em>Travesuras de un lobo quinceañero</em>, <em>Novia se alquila</em> y <em>Me enamoré de un maniquí</em>. En Anaco, por primera vez, escuché la expresión <em>¡Qué raya!</em>, que meses más tarde pasaría a ser muletilla de moda. La dijo Mati Urbano, espigada amiga de mi prima Norma, como reacción espontánea al desenlace pangolo de <em>Novia se alquila</em>. Esta película, por cierto, era protagonizada por un actor insípido que, recientemente, fue resucitado en la serie <em>Grays Anatomy</em>. En la Apex teníamos varias aficiones: <em>Styx, Digger, juegos de invierno, juegos de verano, Platton</em> y <em>Thexder</em>. <em>¡Vamos a jugar Thexder, que es fino!</em> Sería una expresión jocosa que, entre otras, nos apropiamos con malicia para burlarnos de Puli.<br /> <br /><strong>CITIZEN PULI</strong><br /><br /><strong>Puli</strong>: (Ver. Bastardo, Luis Paul.<br /><strong>Bastardo, Luis Paul</strong>: (m, macho.): 1. Dícese del oriental festivo. 2. Personaje alegre, facineroso, bonachón, vulgar, leal, ordinario, consecuente, cursi, ‘mojonero’, noble, filósofo del desecho y, finalmente, poeta. 3. Compadre, primo y amigo.<br /><br /> Este personaje es esencial para comprender aquel Anaco imberbe. De Puli aprendimos groserías novedosas, referentes lascivos impresionantes, asociaciones ofensivas de una originalidad encomiable. A Puli, además, le sucedían cosas que nuestros padres, didácticamente, usaban como ejemplo para tratar de amedrentarnos. <em>Tienen que bañarse todos los días, no les vaya a pasar lo que le pasó a Puli</em>. Félix y yo, entonces, testigos de primera línea de los efectos del barro seco y las bacterias, con sumo disgusto, aprendimos la eventual necesidad de la ducha. <br /> Con Puli tomamos nuestras primeras cervezas, nuestros primeros whiskys, gracias a Puli pude ver, en Anaco, mi primera película porno, era <em>Behind 4 o 5</em>, - aquel porno ochentero, de estética colorista y alegre que, entre nuevas transgresiones, ha desaparecido. Puli, sin embargo, más allá de su incuestionable vocación de juerga siempre fue un personaje noble. Félix y yo recordamos, ocasionalmente, su llanto espontáneo mientras miraba comerciales de compota. Puli, creo, fue el único de nosotros que desde su adolescencia tuvo clara la vocación hogareña. Puli siempre quiso casarse y tener un hijo, lo demás podía ser accesorio. Hoy, en 2007, Puli está casado y tiene un hijo. Vive en un Anaco que, sospecho, no quiere abandonar y la vida, por fortuna, le trata con deferencia. <br /> Parte del discurso Puli, de la filosofía pulisiana, de la propuesta epistemológica anaqueña, de los debates ontológicos Bastardo-Chaparro, se cimentaron, siempre, sobre un imprescindible elemento: la mierda. A lo largo de la década de los 90, muchos recordarán, hablar de Puli era hablar de mierda. Mis compañeros de la UCV de la Escuela de Filosofía, quienes tuvieron la oportunidad de conocerle, le llamaban el fenomenólogo de la mierda. Fue a partir de este discurso en el que, verdaderamente, Puli mostró su genialidad. Capacidad de observación, precisión escatológica, purismo fisiológico, capacidad descriptiva y otros elementos de análisis hicieron de Puli un notable cronista de la más vilipendiada de las necesidades humanas. De lo particular a lo general, del lugar común a lo inaudito, de lo simple a lo complejo, Puli siempre supo percibir la esencia del excremento. La poceta, y su mecanismo sonoroso, fue también un elemento de reflexión. Exponer los cuentos completos de Puli requeriría varios tomos, introducciones y corolarios. Puli, por demás, acostumbraba cambiar los finales o mudar elementos narrativos en cada exposición. Esto hace que, probablemente, distintas personas conserven en su memoria variadas historias que, en última instancia, son la misma. <br /> La cagada líquida, por ejemplo, es una de las fascinantes construcciones del pensador oriental que podría dar una idea aproximada de su ingenio. <em>Cagué líquido</em>, dijo Puli en una oportunidad, en medio de una reunión caraqueña en la que había muchas personas ajenas a la realidad oriental. Silencio, por supuesto, fue la primera reacción. Puli, sin embargo, reiteró: <em>cagué líquido</em>. Risas entrecortadas, Félix, rompiendo el hielo, le increpaba por acuerdo: <em>¿y qué, guevón, tenías diarrea?</em> <em>No</em>, responde el otro. Era evidente que, con ansiedad, esperaba la réplica. <em>Cagué líquido como en el basket</em>. El silencio, nuevamente, entre miradas incrédulas y curiosas, responde a la afirmación del filósofo. Y ahí, con el inimitable acento oriental –veloz, atropellado y cantarín, explica: <em>Mira, ve, en el basket, cuando la pelota pasa a través del aro pero no toca sus bordes hablamos de cesta líquida</em>. El punto líquido, diría Pepe Delgado o cualquier otro narrador, es aquel que se logra cuando se cumple esa condición, es decir: la pelota pasa pero no toca el aro. En ese sentido, decía Puli: <em>Tuve una cagada líquida. Sé que cagué, de eso no me cabe duda, sudé, leí la publicidad de Pandora, me sentía livianito y, por demás, hermosa, al fondo, asomando la cabeza, estaba la evidencia, sin embargo, cuando pasé el papel tenía ese culo limpiecito</em>. <em>La mierda</em>, explica Puli ante la expresión absorta de la mayoría, <em>no tocó las paredes del culo. No me ensucié. Fue una cagada líquida.</em><br /> El excremento permitió a Puli construir distintos discursos. Recordamos estas historias en son de burla y cariño. El Puli actual sería incapaz de describir, con la pureza detallista de antaño, un episodio mórbido de heces y orinas. Puli reflexionó sobre la ubicación estratégica de los tubos para poner la toalla frente a la poceta; el carácter efímero del papel toilette, el aire voluble de las flatulencias, sobre aquello que él describía como mojónes ‘guayaberos’; planteó inquietudes que, incluso, para el más purista, representarían sendos conflictos. Dudas fisiológico-existenciales como: <em>¿Tú agarras aire y cagas de corrido o pujas-lo picas, pujas-lo picas, pujas-lo picas, pujas-lo picas…?</em> O aquella, irresoluble, <em>¿Cuándo cagas, meas?</em> Entre otras: <em>¿Tú votas el papel boca abajo o boca arriba? ¿Al bajar la poceta lo despides o eres de los que te das la espalda?</em> Este, en parte, era el Puli noventero. Así, con la gracia dicharachera, hizo novias, protagonizó fiestas y nos motivaba a esperar, con ansias, las vacaciones de julio para pasarnos, al menos, un par de semanas en Anaco.<br /><br /> <a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjxwnTzs6bN2n8iSJDT-VC-FarEBQOOql8ztchTGoX_Eqbu5DzgMEgXKTU4D4vEx52zEVhnsELgvgjzvzetZwbLteW2BQydII3PFjMq6wDruZSPyopS6a8DveYCTnV5nvvOXHnsZo9Pq1o/s1600-h/_ACP1181.JPG"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjxwnTzs6bN2n8iSJDT-VC-FarEBQOOql8ztchTGoX_Eqbu5DzgMEgXKTU4D4vEx52zEVhnsELgvgjzvzetZwbLteW2BQydII3PFjMq6wDruZSPyopS6a8DveYCTnV5nvvOXHnsZo9Pq1o/s320/_ACP1181.JPG" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5134255966264679794" /></a><br /><strong>Angela, José H, Félix, Eduardo, (Novio y novia: Puli y Georgina)</strong><br /><br /><strong>HISTORIAS Y PERSONAJES</strong><br /><br /> Anaco es una ciudad, no es un pueblo, dicen muchos orientales ofendidos ante la petulancia caraqueña. Diría, sin embargo, a pesar de este progresismo oriental, que el encanto anaqueño se funda, justamente, en su condición de provincia. Mi amigo y tío Güicho, por ejemplo, es el ginecólogo de Anaco. Tal privilegio sería imposible de lograrse en una ciudad mayor. El doctor Bastardo es Anaco, el doctor Bastardo es el Grupo Médico Oriente. Una tertulia con Güicho es, sin duda, un fuerte motivo de nostalgia. Añoro un <em>Cómo está, mijo querido</em>, pronunciado en fracciones de segundo, sólo comprensible para aquellos que le conocemos de años, es una sentencia de bienvenida que, habitualmente, disfrutábamos en vacaciones. Güicho, didácticamente, nos llevaba a la cocina y nos decía: <em>en la nevera hay jamón, queso, leche, pollo, carne, cerveza, atún, ustedes tomen lo que quieran, están en su casa</em>. Luego, ya mudados del campo médico –en otra casa cuya dirección no recuerdo, nos llevaba hasta el bar y nos decía: <em>aquí tienen whisky, ron, vodka, ginebra, tomen lo que quieran.</em> Vale decir que, a despecho de Chayo, cumplimos con su palabra.<br /> Chayo es la abuela. Chayo, en cierta forma, se ha vuelto Celia, Vicente, Marta. Chayo forma parte de una generación que, por leyes ineluctables del tiempo, ha desaparecido. Con Paúl A., el hijo de Puli, Chayo ya es bisabuela. El contraste Chayo - Celia era una juntura fascinante en aquellos días de verano. <em>Eduardito, decía</em>, - el acento de Chayo es único, trasciende la orientalidad, <em>deja de estar hablando mal de Luis Paul</em>. Replicaba con frecuencia. <em>Mira, Eduardito, ven acá, deja de estar insultando a Luis Paul cuando lo ves por la calle</em>. Este insulto, vale acotar, es la manera cariñosa que profesamos al reconocernos. Gritar un <em>Puli coño e’ tu madre</em> o un <em>Eduardo, coñísimo e’tu madre</em> o <em>Félix, mamaguev’a’</em> al, casualmente, encontrarnos posee significados afectivos tremendos; sólo la complicidad y un ejercicio honesto del concepto ‘familia’ permitirían comprender el contenido de estas invectivas. Chayo, sin embargo, defensora leal del siempre vilipendiado y calumniado Luis Paul, no veía con buenos ojos el que de manera festiva nos mentáramos la madre. <br /> Chayo se hace querer con la originalidad de su temperamento. Tiene un carácter fuerte y, al mismo tiempo, frágil. La novela –o comedia, es un ritual que, necesariamente, en Anaco o Caracas, debe respetarse. Aún en aquellas orgiásticas e impresentables rumbas de cumpleaños que mi primo José Heriberto montaba en el mínimo departamento de Santa Mónica, entre el bullicio, entre los amantes circunstanciales, entre los charcos de caña, Chayo se sentaba a ver la novela. A veces surgían conflictos irresolubles ya que Celia, mi abuela, siempre fue leal a los teledramas de Radio Caracas Televisión y Rosario, por su parte, era fiel a las historias románticas de Venevisión, mexicanas o locales. <br /><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgRV8ljQuvxlNZRrL1iPbrESYWhHSNPHBkxXRuVIFzyrgB4OffCGqNp1LExWaWExyH16ZxmaYSx_tWUZWMc2fLZXN2dlctEepaEoDfMUD8938wrotXgrjataln5b8wL3Kxh-p90p2nfIQU/s1600-h/_ACP1165.JPG"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgRV8ljQuvxlNZRrL1iPbrESYWhHSNPHBkxXRuVIFzyrgB4OffCGqNp1LExWaWExyH16ZxmaYSx_tWUZWMc2fLZXN2dlctEepaEoDfMUD8938wrotXgrjataln5b8wL3Kxh-p90p2nfIQU/s320/_ACP1165.JPG" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5134252190988426578" /></a><br /> <strong>Bea, Chayo, Eduardo y Norma</strong><br /><br /> El quesillo de Chayo es una delicia insuperable. Su afición a los diminutivos y apocopados establece, también, una marca ineludible de su personalidad: Joseíto, S(G)olan, Celita, Eduardito, Normita, Vallita, así, irreductiblemente, hasta completar ese árbol genealógico difuso que es la familia Sánchez. <br /><br /><strong>ENCUENTRO Y DISPERSIÓN</strong><br /><br /> La familia, es curioso, se construyó en gran medida en aquel campo petrolero. En la casa Bastardo Villavicencio el apellido Sánchez, ajeno al Oriente, cuajó y dio forma a nuestra generación. Las generaciones, unas sobre las otras, se montan, se sostienen y se diluyen. En ausencia de Celia, estimo, el bloque de hermanos Sánchez – Villavicencio – Bastardo – Pacheco, incluso, Vera – creó un bloque estable. Ellos están ahí, alguno se pierde por semanas, pero, inevitablemente, vuelve. Se juntan, beben y recuerdan. Los mismos chistes de siempre provocan novedosas carcajadas. El pasado es un tema común. Es ameno observarlos. De manera afectiva, sin escándalos, con algún eventual episodio novelado, recuerdan y exponen lo que han hecho con sus vidas. Nosotros los menores, más dispersos, aún tratamos de descifrar qué demonios vamos a hacer con las nuestras. Parte de esa solidez que posee la casa, creo, se construyó en Anaco, en las navidades o en los agostos de Anaco. Cada uno, a su manera, tiene algo que ver con Anaco: El gentleman vomitó en Anaco al lado de un carrito de perrocalientes que se ha convertido en un punto turístico, Francisco Enrique volteó su primera camioneta en Anaco (luego vendrían muchas), Puli perdió, en manos de un uruguayo, su primera mesa internacional de truco en Anaco, -aún debe estar la marca de tiza realizada por el sureño; Cesar fue a su primer burdel en Anaco, Félix vio su primera banda de rodamiento habilitada como muro en las carreteras de Anaco. En el club Los Chaguaramos de Anaco, por primera y única vez, jugué golf.<br /> Ya no sé si esta historia es susceptible de <em>blog</em>, de correo electrónico o, quizás, de papelera de reciclaje. Con un frío de dos grados, de repente, sentí nostalgia de Anaco, de los nombres y los momentos que derivan del pueblo. Falta hablar de mi tía Norma, de Normita, de Pedrito (sólo ahora caigo en cuenta de la esencialidad de los diminutivos en la provincia), de Evelio, Cococho, Calalo; del Club Los Chaguaramos, la 4X24, la Sevillana y todas esas discotecas malas a las que, en plena adolescencia, Puli iba con chaqueta y cargado de perfume mientras que nosotros (Félix y yo) asistíamos con ropa de segunda, con piezas rotas que al volver a Caracas, sin duda, regalaríamos. <br /> Más allá de la imposibilidad espacial no sé si sería posible regresar a ese Anaco. Hoy, por una parte, tendríamos que arrejuntarnos en el Hotel Alce, ese apartamento surrealista diseñado por José y Ángela en su primer semestre de arquitectura. Hay, sin duda, nuevos actores, nuevas voces: Georgina, Bea, Gaby, Patricia (la novia de César); Ángela, desde hace mucho tiempo, es parte esencial del reparto. Surgen, también, las voces de Paul y Ángel. Ninguno de ellos, casualmente, lleva, ni de primero ni de segundo, el apellido Sánchez. Los viejos, seguramente, disfrutarían en su tertulia. Es probable que, incluso, Nelson y Félix Antonio asistan a la velada. La dispersión, intuyo, estaría entre los nuestros, los treinta y veinteañeros, supuestamente jóvenes. Cada uno en su mundo, cada uno en su Madrid, en su Costa Rica, en su Orlando, en su Miami. Pocos podríamos asistir, de hacerse ahora la convocatoria, a una Navidad en Anaco. <br /> Mi hermana, a su manera, siempre ha sugerido que mi memoria será mi perdición y Tere, aún, se sorprende de las inutilidades que, con frecuencia, recuerdo. La historia que aparece ahora se remonta, efectivamente, a una Navidad en el campo médico. Hicimos un intercambio de regalos. Creo, no estoy seguro, que a José, mi padre, en la burda y fascinante tradición de las imitaciones, le tocó dar un regalo a Lastenia. Tomó del piso al Quequé, quién entonces tendría no sé cuantos pocos años (y a quien en esa jornada le obsequiaron un Nino conejo), y simuló sacarle los gases. Francisco Enrique se guindó un bolso al hombro y adoptó una expresión de intensidad, caminó con un ‘tumbao’ fresco y juvenil y todos caímos en cuenta de que imitaba la conducta de José Heriberto. El otrora ciclón de Anaco, por su parte, expuso la muletilla <em>¡Qué chimbo!</em> reiteradamente haciendo referencia, sin duda, a mi estupidez. No recuerdo a quién le regalé. Tere, si la memoria no me traiciona, hizo un regalo al olvidado y olvidable Braulio Pérez. Años más tarde, en otro diciembre, en el mismo campo médico, mi tía Solange nos reuniría a todos en un sofá para decirnos que Braulio seguiría siendo nuestro tío, a pesar de la inevitable distancia. Ese tío se acercó a saludar a mi padre, en el mes de enero, el día de su cumpleaños. Eran los días del Yurubí, piso 5, apartamento 52, teléfono 6626686, Santa Mónica. Celia, con su mentón mordido y mirada férrea, nos invitaba a rechazarlo. Nunca más lo vimos, nadie, durante mucho tiempo, supo de él. Ahora dicen que es chavista y que, cómodamente, vive en Maturín o Cumaná. Güicho, recientemente, lo vio en una plaza de Oriente. <em>Compadre, usted si está gordo</em>, relata con gracia el doctor Bastardo que le dijo el agraviado Pérez. Güicho, al reconocerle, respondió: <em>¡coño, y tú si estás feo!</em> <br /> Tampoco estaría, en una vuelta hipotética a Anaco, nuestro amigo Chuchú Chaparro. Le dije a Puli, en una oportunidad, que me gustaría saludarle en su lugar de reposo. A pesar de la censura tradicionalista me sentiría a gusto colocando al lado de su nombre una lata de cerveza. Sé que él lo agradecería. Hará, por estas fechas, dos o tres años que Chuchú murió. Quizá cuatro o cinco, - allá el tiempo con su impertinencia. Juan Arango le clavaba un gol increíble a Calero en Barranquilla en lo que fue la primera victoria de la vinotinto en tierras colombianas. Minutos después José, mi padre, me contó del accidente. Hablé con Félix minutos más tarde. Fueron días tristes. La dialéctica Chuchú – Puli era increíble. La vulgaridad juglaresca, el chiste implosivo, el lenguaje escatológico y festivo bifurcaba sus significados en aquella dupla. Eran el Romario - Bebeto del escarnio, de la mala lengua. Él solía presentarse con la siguiente fórmula: <em>Yo me llamo Chuchú Chaparro… y el Chaparro te lo empujo</em>. Sólo quién le conoció sabría dar color y tono a esas líneas. Cuando Puli mentía, cosa que hacía con frecuencia, era habitual escuchar la negativa del otro: <em>¡Puli, Puli, Puli, Puli, Puli, Puli!</em> pronunciada a una velocidad impresionante y, por lo general, acompañada de un gesto de incredulidad. Félix y yo lo vimos por última vez en nuestro último viaje a Anaco, cuando llevamos a César. Chuchú ya era, en parte, un tipo serio. El ordinario noventero había dado paso a una persona mucho más responsable. Sus adjetivos pintorescos, sin embargo, continuaban idénticos en su jerga: <em>Esa vaina estaba hecha pinga, le voy a dar unos coñazos a ese huele verga, qué se ha creído ese mojón de atol o, el inolvidable, ese hijo de puta se cree Arnol Chuerchenegger</em>. <br /> Dada la irresponsabilidad de la escritura, considerando que, en principio, sólo quería escribir un par de líneas, no sé si ahora deba tomarme tiempo para dar forma a este relato. Para montarlo, inevitablemente, necesito memoria. Destapé memoria y la memoria pide la palabra. Tenía, por ejemplo, mucho tiempo sin pensar en Lastenia… <br /> No sé si, alguna vez, podamos regresar a Anaco. La arepera <em>El Principal</em>, supongo, cada día será más peligrosa. No sé si pueda volver al despreciable <em>Toldo azul</em>, lugar favorito de Puli, a tomar una hamburguesa hervida. Desconozco si <em>Pollos Don Juan</em> sigue preparando las otroras delicias de colesterol. No sé si en el boulevard aún se levante <em>Mi vaquita</em>; quién sabe qué venderán en la <em>Discoteca Rincones</em> o qué nuevos servicios, a precios solidarios, se prestarán en <em>El Manguito</em> (¿Aún existe <em>El Manguito</em>?); el club Los Chaguaramos, en manos del chavismo, desapareció, comentó alguien en el matrimonio de Puli. Seguramente, la cancha de <em>bowling </em>de Los Pilones, cercana a la casa de Cococho, fue demolida. <br /> Una horrible discoteca llamada <em>Cocodrilo</em> trae recuerdos aciagos. Los sucesos de <em>Cocodrilo</em>, me comentó una vez Normita, - una de las últimas veces que, verdaderamente, hablamos, en gran medida, motivaron su exilio. Con dos grados de frío apetece tomar la carretera en dirección a <em>La Negra</em>, <em>¡esta Cachapa está mala!</em>, diría Chayo. Güicho, por su parte, expondría que, más adelante, se alza otro tarantín llamado <em>Rancho Grande</em>. <em>¡Esta cachapa también está mala!</em>, volvería a decir, incrédula, Chayito. Félix y yo, con gusto, nos lanzaríamos a la búsqueda de un emblemático restaurant chino que, si mal no recuerdo, hacía esquina en una de las tantas esquinas de la avenida Zulia. En ese lugar Güicho, con gesto filántrópico-paternal, dedicó a Puli una hermosa lección que, para el entorno sanchero, se ha convertido en motivo de juerga. ¿Quién sabe si aquella gorda seguirá amasando lumpias en esa taguara? La predicción de Güicho invitó a Puli a la reflexión. Ahora, curiosamente, con 130 kilos, o más, el que se va pareciendo a aquella gorda legendaria es él.<br /> En fin, anaquenses, anaqueros, anaqueños (incluidos los Sánchez de Caracas) comparto con ustedes, ante un conato agudo de guayabo, estos recuerdos de Anaco. Debo, ahora, preparar un trabajo sobre el concepto de cultura en la obra del antropólogo polaco B. Manilowski (Mary, con razón, siempre dijo que me dediqué a estudiar cosas inútiles). <br /> Entre el desorden de discos y películas que, habitualmente, puede verse en la casa de los Bastardo es probable, quién sabe, que todavía se consiga alguna copia, inutilizada por el tiempo, de <em>Travesuras de un lobo quinceañero</em>, <em>Me enamoré de un maniquí</em> o, la favorita de mi hermana y Valle, <em>Novia se alquila</em>.<br /><br />Saludos,<br />Eduardo<br /><br />Madrid, 17 de noviembre de 2007.<br /><br /> <br /><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhHNxsIeZmGaDGx70dTLzdhbDRG2bQCtgqG2iFYcijU_gi4igdWWyFfsGx4BMnYfLo1K3BbFY3jWGn2K-17Vzd55UAc8mIeyFu9jaO0-079YyW7B0sF4f92DrvJie7Qea9_ogqryHHLUoc/s1600-h/_ACP1180.JPG"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhHNxsIeZmGaDGx70dTLzdhbDRG2bQCtgqG2iFYcijU_gi4igdWWyFfsGx4BMnYfLo1K3BbFY3jWGn2K-17Vzd55UAc8mIeyFu9jaO0-079YyW7B0sF4f92DrvJie7Qea9_ogqryHHLUoc/s320/_ACP1180.JPG" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5134255523883048290" /></a><br /><br /><strong>Ángela, Georgina y los Bastardo.</strong>Unknownnoreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-2210797362772812366.post-50781752513086083252007-10-23T10:34:00.001-04:002007-10-23T10:41:45.319-04:00METRO OCHENTERO<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEis-CNJRqrzC9T_IB5j9NNwNm07Wxu-_0XrBUlQN4AqvTRUAakEmCW11hmZqa6eKj7A-VOV8ZvWnnIltC2zeMrYEhMltYXYUJJZMwzqyqo6JyzlruqvSZtN7qQPljTJqBuNPBSb_G6lK_8/s1600-h/Metro+ochentero.bmp"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEis-CNJRqrzC9T_IB5j9NNwNm07Wxu-_0XrBUlQN4AqvTRUAakEmCW11hmZqa6eKj7A-VOV8ZvWnnIltC2zeMrYEhMltYXYUJJZMwzqyqo6JyzlruqvSZtN7qQPljTJqBuNPBSb_G6lK_8/s400/Metro+ochentero.bmp" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5124541171790617634" /></a><br /><br />Ayuda a Rupe a ubicar un restaurant chino en la República Ochentera. A continuación se presentan las distintas líneas de METRO existentes en Ochentolandia. Hay restaurantes chinos en las siguientes estaciones: <em>Sergio Pérez</em>, <em>Hildemaro</em> y <em>Colina</em>.<br /><strong>CASO A</strong>: Rupe se encuentra en <em>Sótano de la Florida</em>.<br /><strong>CASO B</strong>: Rupe se encuentra cerca de <em>Lila Morillo</em>.<br /><br /><strong>1er. Incauto</strong>: (para caso A) Rupe, debes tomar la línea 2 en dirección a <em>Porfi Jiménez</em> y bajarte en el intercambiador <em>Karina</em>. Ahí debes tomar la línea 1 en dirección a Colina. Llegarás directamente.<br /><strong>2do. Incauto</strong>: (para caso A) Rupe, te bajas en <em>Miguel Moly</em> y tomas la línea tres hasta <em>Hildemaro</em>. Lo fastidioso es hacer la transferencia.<br />3er. Incauto: (para caso B) Puedes ir hasta <em>Karina</em> y cambiarte en la línea 1 para ir hasta <em>Colina </em>o llégate hasta <em>Lalo Rodríguez</em> y toma la línea 3 en dirección al Sótano de la Florida, debes bajar en <em>Hildemaro</em>.<br /><br />Con tu ayuda Rupe podrá llegar a disfrutar de su <strong>COMIDA CHINA</strong><br /><br />Al participar colaboras con la <strong>FEOCI</strong>. Fundación Elogio a la Ociosidad.<br />¡El siguiente incauto puedes ser tú!<br />Échale una mano a Rupe.Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2210797362772812366.post-62862896184710893032007-10-17T04:08:00.000-04:002007-11-18T15:16:51.760-04:00ApartacoHola a todos. Aprovecho que conseguí una señal abierta de Internet para pegar algunas fotos del apartaco. Ya nos mudamos y tenemos todo en la casa, sólo nos falta teléfono e internet.<br />Saludos, <br />Beaa <br /><br />Entrada al apatamanto<br /><href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhEbC_gsAKEApyYSMYi6ZxlDlkLN1P6hOgSuCEl8IITYQr-0zK-JBxplAHmsJv7qIJNU3X1nSKTUso6Ih47SJfuYMpvIWPCOhA-xv0Sqoy6g-f3DZhOARnUtHaajiIID7uzhXbgKXY_yUY/s1600-h/Entrada.JPG"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhEbC_gsAKEApyYSMYi6ZxlDlkLN1P6hOgSuCEl8IITYQr-0zK-JBxplAHmsJv7qIJNU3X1nSKTUso6Ih47SJfuYMpvIWPCOhA-xv0Sqoy6g-f3DZhOARnUtHaajiIID7uzhXbgKXY_yUY/s200/Entrada.JPG" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5122215756237478898" /><br /><br />Cocina<br /><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiOfOy5uGDVLHp9IjEhKxG3r0WVd3sixF1vcXRu8i-tB6s7oYuAt9_1iRTAxSbxQhDvjPwUXU7LYSK-6cDS3NKuGBxY8M1u8Bfm328ZwPCBLNybszWES5KCT16fb2NyoRhgiStWC_BALsY/s1600-h/Cocina.JPG"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiOfOy5uGDVLHp9IjEhKxG3r0WVd3sixF1vcXRu8i-tB6s7oYuAt9_1iRTAxSbxQhDvjPwUXU7LYSK-6cDS3NKuGBxY8M1u8Bfm328ZwPCBLNybszWES5KCT16fb2NyoRhgiStWC_BALsY/s200/Cocina.JPG" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5122217774872108034" /></a><br /><br />Sala vista desde la cocina<br /><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjF45UIjmh2sENhjUDJHaJy9GgjEL9TVHFqbRpn0M9kg6WaCeXsE3KiGgads8hw07bJsCilDk0pXPqUZf0EDXm_RLCqmq776e5FmUA8nTt5nIP2N2LzYXiEKfBgXufqBJVi1B1RaMeuMIk/s1600-h/Sala+vista+desde+la+cocina.JPG"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjF45UIjmh2sENhjUDJHaJy9GgjEL9TVHFqbRpn0M9kg6WaCeXsE3KiGgads8hw07bJsCilDk0pXPqUZf0EDXm_RLCqmq776e5FmUA8nTt5nIP2N2LzYXiEKfBgXufqBJVi1B1RaMeuMIk/s200/Sala+vista+desde+la+cocina.JPG" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5122228890247470098" /></a>Unknownnoreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-2210797362772812366.post-86305635739738551102007-10-08T09:19:00.000-04:002007-10-08T09:22:31.825-04:00MUDANZA<strong>COMIDA CHINA</strong> se encuentra en proceso de mudanza.<br /><strong>COMIDA CHINA</strong>, en estos días, no dispone de conexión a Internet<br /><strong>COMIDA CHINA</strong>, por ahora, no dispone de electricidad en casa.<br /><strong>COMIDA CHINA</strong>, entre tanto, no posee teléfonos celulares ni fijos.<br /><strong>COMIDA CHINA</strong> espera, en el transcurso de la semana, resolver estas pequeñas emergencias.<br />Saludos<br /><strong>E </strong>y <strong>B</strong>Unknownnoreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-2210797362772812366.post-55195531758033342262007-09-25T05:34:00.000-04:002007-09-25T06:21:08.462-04:00ESTE DE SICILIAEl cansancio, entre otras cosas, se ha tragado ideas, rodillas y tobillos. Es difícil, desde Roma, en el último día de nuestro viaje, ‘apalabrar’ Sicilia. <br /><br /><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgU-Erk27Aldg-hEPQsFW7lu77AR0T43SkIY3CB0oeZAm9iYUAZW-_hBYMTcOlB61A69dVJos-FR0YcbJHF2e8DpNw__ZOuhE1Z-WCIh9ItYry-Zp8ldiypBbii8jhLa2j-jFQQXQZm-b0/s1600-h/Vista+desde+la+habitaci%C3%B3n.JPG"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgU-Erk27Aldg-hEPQsFW7lu77AR0T43SkIY3CB0oeZAm9iYUAZW-_hBYMTcOlB61A69dVJos-FR0YcbJHF2e8DpNw__ZOuhE1Z-WCIh9ItYry-Zp8ldiypBbii8jhLa2j-jFQQXQZm-b0/s200/Vista+desde+la+habitaci%C3%B3n.JPG" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5114075625848104530" /></a><br /><br />Llegamos a Messina bajo un sol bruto, irascible. Caminamos, aproximadamente, veinte minutos a lo largo de la costa hasta la sucursal de Europcar donde, desde hace algún tiempo, había reservado un carro. Fue el primer rebote de Cadivi. Deseé, entonces, con fervor que la dirigencia chavista muriese con dolores terribles, concebí sórdidos suplicios y, sin alternativas, tuve que modificar el presupuesto inicial. Nos dieron un FIAT. Manejamos hacia el sur, fue fácil orientarnos. Taormina se encuentra en la cima de una montaña. El palacio del monstruo Milton, probablemente, era más asequible. <br /><br /><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjg0rIbZtvjGWRjCXww4HWXvTxfzRMGQJgyUv4hcncpORlteowFRqj3aXjXIGmIuKMMtLgTdKX1oFNSLyXRph6FpmvjVkJc0rjsiz4hyphenhypheneyek5PdKKXc3L4xXdKKQQ1vMkHx7Cr0j5YVH7g/s1600-h/Taormina+arriba.JPG"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjg0rIbZtvjGWRjCXww4HWXvTxfzRMGQJgyUv4hcncpORlteowFRqj3aXjXIGmIuKMMtLgTdKX1oFNSLyXRph6FpmvjVkJc0rjsiz4hyphenhypheneyek5PdKKXc3L4xXdKKQQ1vMkHx7Cr0j5YVH7g/s200/Taormina+arriba.JPG" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5114076235733460578" /></a><br /><br />La carretera, cada vez más angosta, parecía un riel de montaña rusa. El Hotel Villa Shuler fue, sin duda, el mejor de toda la peripecia: hermoso paisaje, balcón con vista al mar y, al mismo tiempo, al Etna; exquisito desayuno. <br /><br /><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEih7nrBigQIWAeGESB01UNMlGG7XogSZuD9IkqQlLzxceJBte_eG_u7sTS8QC3JkBRg00PbHephQ9nF0A7xkSmFBsPn7NLCx0r4fG61K3lf1WOu1Bya73FlpWyduND1yAHyZWEzyB9XO_A/s1600-h/Vista+desde+el+hotel+con+Etna+de+fondo.JPG"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEih7nrBigQIWAeGESB01UNMlGG7XogSZuD9IkqQlLzxceJBte_eG_u7sTS8QC3JkBRg00PbHephQ9nF0A7xkSmFBsPn7NLCx0r4fG61K3lf1WOu1Bya73FlpWyduND1yAHyZWEzyB9XO_A/s200/Vista+desde+el+hotel+con+Etna+de+fondo.JPG" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5114076716769797746" /></a><br /><br /><br />Por fin, después de mucho tiempo, pude volver a disfrutar de un desayuno caliente. En Taormina, dicen las guías, veranea el <em>jet set</em>. Truman Capote, según, escribió <em>Desayuno en Tiffanys</em> y <em>A sangre fría </em>en este recinto. Otros escritores, que traspapelo ahora, también crearon obras inmensas en este risco memorable. Tenesse Williams fue uno de ellos. Calles empedradas, comercios impagables. <br />Tras bajar una interminable escalera llegamos a la playa. <br /><br /><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgbSIZCn4EwInmLeBpbRFnqCR4P4oor0rQzFIOFL5h4N1-2O4xCsk6gEHCByf5ShAKEve-CokVnW0CyZUvAEaN4OV1hNqnC6NbcNrQ4gEu-ULpCwe7l7mh36JX8SxtkWhpLO_9Opmwysa8/s1600-h/Isola+Bella+II.JPG"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgbSIZCn4EwInmLeBpbRFnqCR4P4oor0rQzFIOFL5h4N1-2O4xCsk6gEHCByf5ShAKEve-CokVnW0CyZUvAEaN4OV1hNqnC6NbcNrQ4gEu-ULpCwe7l7mh36JX8SxtkWhpLO_9Opmwysa8/s200/Isola+Bella+II.JPG" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5114077262230644354" /></a><br /><br />Beatriz, por snobista, en un día en el que estaba económicamente espléndida, pagó 5 euros a una tailandesa por un masaje en la orilla de la playa. La tailandesa, por desgracia, estaba podrida. Cada vez que levantaba los brazos provocaba pagarle para que fuera a darse una ducha. <br /><br /><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiFwUEBLvDpjTgBzITZ7rNjFeMu0jXasKGSDLjPLqNjjFntjdaCJsKdbGst33bCuU2ahtxCiJkDRN4b4Yao-bRQ2YIffYCTFQq3v9GhUYe-CUdT7dJZZKyRCxEQYSW54dcE9Dcy-i0a8As/s1600-h/Masaje.JPG"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiFwUEBLvDpjTgBzITZ7rNjFeMu0jXasKGSDLjPLqNjjFntjdaCJsKdbGst33bCuU2ahtxCiJkDRN4b4Yao-bRQ2YIffYCTFQq3v9GhUYe-CUdT7dJZZKyRCxEQYSW54dcE9Dcy-i0a8As/s200/Masaje.JPG" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5114077799101556370" /></a><br /><br />Hasta ese momento, a lo largo del viaje, había leído dos obras: <em>La señorita </em>de Ivo Andric, un escritor superior, y <em>La conciencia de Zeno </em>de Italo Zvevo… Estuvo bien, pero tenía otras expectativas con ese trabajo. Al final mejora. En la playa de Taormina tomé una edición de bolsillo que Bea trajo de caleta: <em>La caja Negra </em>de Amos Oz. El conflicto, esencialmente judío, atrapa de inicio. Luego se vuelve repetitivo e interminable. Aún, en Roma, semanas después, lucho con él. <br />Fuimos más al sur. Manejé hasta Siracusa. Visitamos la isla de Ortigia. Fuimos un día domingo y, con la ciudad muerta y los comercios cerrados, tuvimos una impresión desoladora del lugar. Caminamos bajo uno de los soles más soberbios de la ruta. En esta ciudad, dicen, Platón escribió el <em>Timeo</em>. <br /><br /><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj7sQ0Kslm31GTpNKAQvpjM8S5d78dW5bFGa2LhdekrqGqkMtkFgBVmkfoS1E4CyXCFAdfD51x1MPyQckhezqETOED-U0d7OzF9DP14Frv9sUZDsCoo4UXIXwLtTzIqXbFw-O1f9WLaEw4/s1600-h/Bea+en+la+Plaza+del+Duomo.JPG"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj7sQ0Kslm31GTpNKAQvpjM8S5d78dW5bFGa2LhdekrqGqkMtkFgBVmkfoS1E4CyXCFAdfD51x1MPyQckhezqETOED-U0d7OzF9DP14Frv9sUZDsCoo4UXIXwLtTzIqXbFw-O1f9WLaEw4/s200/Bea+en+la+Plaza+del+Duomo.JPG" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5114078383217108642" /></a><br /><br />Visitamos también una zona arqueológica donde vimos cosas muy interesantes.<br /><br /><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhaw04ooAStNb7-gnZ6exGGQqVXLyH08jsMc93UTvInTMKjnrVP9pUfDqcStvBhbHKkmsnfh7LYKHzsNCDH3-9Vu8EePE98s3cjoYZVZ3Daw9VyEPGj5Ivclvie_AMtUqTtTGMgXDX9BiE/s1600-h/P9161990.JPG"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhaw04ooAStNb7-gnZ6exGGQqVXLyH08jsMc93UTvInTMKjnrVP9pUfDqcStvBhbHKkmsnfh7LYKHzsNCDH3-9Vu8EePE98s3cjoYZVZ3Daw9VyEPGj5Ivclvie_AMtUqTtTGMgXDX9BiE/s200/P9161990.JPG" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5114078808418870962" /></a><br />Ruinas de un teatro griego<br /><br /><br /><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhmXoZc1yTmCHh4KDkJ4M_T1euyqAaJJaDbwGwNGlRO7j-mteKoQtOVM-ZbJFhe2EogiPLBoYd7TGfLhKk_rkaST3W11qRmox7FRH_6glEuhxrY4bexO7Ik4lC7Z4Pa4pjN6hKzkhYYMHs/s1600-h/P9161962.JPG"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhmXoZc1yTmCHh4KDkJ4M_T1euyqAaJJaDbwGwNGlRO7j-mteKoQtOVM-ZbJFhe2EogiPLBoYd7TGfLhKk_rkaST3W11qRmox7FRH_6glEuhxrY4bexO7Ik4lC7Z4Pa4pjN6hKzkhYYMHs/s200/P9161962.JPG" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5114079216440764098" /></a><br /><br /><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEguapaMEuMrRMcJ8JzcgAGfh_l6W9NIw05BR8vp-3DPGiQPZCvFB9CPNmYUkVukMbJSr1S_pvdUVa268-5-vDLbdnuNanOAK5sSukQwmBJq7W-evwFwSEbsJChPvFmLO4R8zEumXKDcqlY/s1600-h/P9161974.JPG"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEguapaMEuMrRMcJ8JzcgAGfh_l6W9NIw05BR8vp-3DPGiQPZCvFB9CPNmYUkVukMbJSr1S_pvdUVa268-5-vDLbdnuNanOAK5sSukQwmBJq7W-evwFwSEbsJChPvFmLO4R8zEumXKDcqlY/s200/P9161974.JPG" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5114079817736185554" /></a><br /><br />Canteras<br /><br /><br /><br />La golla de Alcantara, o garganta de Alcántara, <br /><br /><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg4AvhIETl46KyewvtKuAs39wi_jkpYef91nLB6eaC4Q9F1eXSNHXS_7akyS1WJhXMCc1XA8KLzOxZ16O9Eksz9YV4QhJDXVdvNyjfhZr-m8z3mTXn_niBEbY1dcnmAurB99m08dhAxSPc/s1600-h/P9172016.JPG"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg4AvhIETl46KyewvtKuAs39wi_jkpYef91nLB6eaC4Q9F1eXSNHXS_7akyS1WJhXMCc1XA8KLzOxZ16O9Eksz9YV4QhJDXVdvNyjfhZr-m8z3mTXn_niBEbY1dcnmAurB99m08dhAxSPc/s200/P9172016.JPG" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5114080371786966754" /></a><br /><br />un lugar al que fuimos en nuestra última tarde de Taormina, merece una nota aparte. En ella, expondré mis argumentos en contra del agroturismo y mi indisposición para disfrutar, <em>per se</em>, de la naturaleza.<br /><br />Los sicilianos abusan, con descaro, de Ulises y la <em>Odisea</em>. Todos los restaurantes tienen un referente literario: Polifemo, las sirenas, Circe. Está explotado el pobre Ulises en esta comarca. Si se atiende a las referencias turísticas, queda la impresión de que el héroe de Ítaca enfrentó situaciones que, incluso, fueron ignoradas por Homero.<br /><br />La ruta a Palermo fue larga y amable. Beatriz durmió casi todo el camino. Yo, aburrido de la radio local, canté canciones ochentosas y noventosas. Recordé, en horizonte verde y marino, toda la galería de intérpretes pavosos a quienes siempre he admirado. La autopista norte a Palermo fue terminada hace unos años, el proyecto arrancó en 2004. Fue gracioso transitar por tantos viaductos. Atravesamos, aproximadamente, 200 viaductos. Algunos más largos que el polémico y reciente ‘coso’ caraqueño, otros en curva. Me causó gracia asistir a una obra de infraestructura sin el impertinente justificativo político. Comentaba a Bea, al salir de los túneles, que se imaginase las montañas sicilianas con sendas pancartas: “Queste viaducto fue elaborato por Berlusconi”, “Berlusconi e el popolo”. “El alcalde Giussepe e Berlusconi laboran per te”. Por supuesto, estas notas debían ser acompañadas por gigantes fotografías de dichos personajes. “Queste viaducto fue elaborato gracia a Banesco, El Palazzo dil Blummero e Farmatuto”.<br />Palermo, como tantos otros asuntos, merece una nota aparte.<br />Saldremos a almorzar.<br />Saludos de parte de la junta directiva de <strong>COMIDA CHINA</strong>.Unknownnoreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-2210797362772812366.post-78180488782316860042007-09-25T05:30:00.000-04:002007-09-25T05:34:36.803-04:00BREVES CALABRESAS:Taxista ruletero, carrera cara – Hotel de pésima muerte, suficiente – En Reggio di Calabria no hay nada, pasaríamos allí la noche, luego de 5 horas en tren desde Nápoles, para cruzar el estrecho de Messina y llegar a Sicilia – Hotel de película, probablemente, Norman Bates tendría mejor criterio para seleccionar el mobiliario – Caminata: andanza en la nada – Enoteca grata: excelentes precios. Amabilísima señora nos da a probar un exquisito licor de bergamota. Compramos vino – Comimos, además, una excelente pizza al pesto – En la Calabria nadie habla inglés ni español – Siento fascinación por este tipo de turismo sobre plazas inútiles – Me gusta caminar por los lugares donde no hay nada que ver y sobre los que nadie ha escrito. A Bea, por lo que pude percibir, le aburrió. – Pésimo desayuno – Taxi al ferry. – Cruzamos el estrecho de Messina – Llegamos a Sicilia.Unknownnoreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-2210797362772812366.post-29473552120598526162007-09-20T15:30:00.000-04:002007-09-20T15:39:52.470-04:00“Sánchez, con la Ley hemos topado” por BeaTras un día de playa en Ischia, decidimos ir a Pompeya. Preguntamos en el hotel cuál era el autobús que debíamos tomar para llegar a la estación de tren. El R2 era el número por el que debíamos esperar en una plaza cercana. Con nuestras pintas de turistas (shorts y cámara en mano) nos dirigimos a la parada de autobús. Al llegar pudimos observar en la pantalla que en 14 minutos llegaría nuestro transporte. Compramos los tickets y esperamos. La verdad es que pasaron como 30 minutos. La gente seguía llegando y veían pasar los demás autobuses con cierto desconsuelo ante el retraso del esperadísimo R2. Recuerdo un tumulto de gente cuando subimos al R2: viejos, gordos sudorosos con los peores tufos del mundo, señoras con la compra y algunos otros turistas peleábamos por lograr el espacio necesario para poder completar la ruta (aunque fuera a pie). De repente sentí que algo rozaba mi pierna, volteo y no veo a Eduardo, de nuevo siento que algo caliente y sudoroso presiona mi espalda: la inmensa barriga de un viejo napolitano se recostaba sobre mí. Volteo de nuevo tratando de atrapar la mirada de Eduardo, le digo que los viejos me están manoseando, no me entiende. Siento que me falta el aire, no puedo respirar; un negro enorme apoya todo su brazo sobre mi brazo izquierdo y con su mano roza, al igual que la barriga del gordo napolitano, mi pierna. Creo que me voy a desmayar. Por el lado derecho, otro viejo –este no tan gordo- toca mi pierna. Estoy fúrica, estos viejos babosos merecen lo peor. Me volteo, le hago señas a Ed de que no aguanto más, que no tengo aire, el calor me está ahogando y, además, estos tocones me están sacando de quicio. No sé si fue por mi desesperación o por mi cara, que Eduardo logró entender mi situación. Logramos, como si estuviéramos haciendo el ochentoso paso merenguero de “el ocho”, que yo quedara del otro lado del pasillo un poco más vacío y donde realmente circulaba algo de aire. Ya nadie tocaba mis piernas, ni mi espalda. Pude tener una mejor visual del autobús y me desesperé mucho más que mientras los viejos napolitanos se apoyaban en mí: No quedaba un solo hueco vacío en todo el transporte. Todos sudaban, tenían caras de sufrimiento. En una parada una vieja italiana le gritó al conductor: “Non abrire. Non abrire la porta”. Mientras tanto la gente que esperaba al autobús en la calle, golpeaba la puerta exigiendo que la abrieran para ellos poder subir. La doña tenía razón, no cabía un alma más en este R2. En la siguiente estación el conductor tampoco abrió las puertas, algunos –furiosos- exigían que abriera para ellos poder descender. Todo esto sumado al caos de las calles sicilianas y a los cierres de vías por la construcción del Metropolitano, recreaba la peor de las experiencias que alguien ha podido tener. Recordé que no habíamos “convalidado” nuestros tickets (esto es: introducir los tickets en una maquinita que marca el día y la hora en la que uno está “disfrutando” del servicio de transporte; quien no convalida su ticket y es descubierto por la policía debe pagar una multa). Le dije a Eduardo que en cuanto el autobús se vaciara un poco convalidara nuestros tickets. De repente un caudal de gente abandonó el autobús, le dije a Ed que aprovechara ese momento para convalidar los benditos tickets (él mucho después confesó no haber escuchado mi recomendación). En eso se abrió la puerta que está al lado del chofer y subieron tres, no uno ni dos, sino tres inspectores y comenzaron a pedir los tickets. <br /><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiWV94R16SEtjS4QZtoRhyphenhyphenQMs03q512Kt4bHdmoJm7r4rQ2oUnHxcbxdzlqAVpE25P-r19clmZg7-zcd1BRw8zakEuypnI2pb9yfIkqPsMETeZrVIisZZoiekgC6o2dgvP9yE_rc57IhVs/s1600-h/untitled.bmp"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiWV94R16SEtjS4QZtoRhyphenhyphenQMs03q512Kt4bHdmoJm7r4rQ2oUnHxcbxdzlqAVpE25P-r19clmZg7-zcd1BRw8zakEuypnI2pb9yfIkqPsMETeZrVIisZZoiekgC6o2dgvP9yE_rc57IhVs/s200/untitled.bmp" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5112371410151382546" /></a><br />Una pareja de italianos que estaba antes que nosotros no tenía tickets (los multaron). Un inspector se acerca hasta nosotros y nos pide nuestros boletos. Eduardo, mientras los busca en su billetera intenta con su español con cantadito italiano (Ed cree que si habla español con un tumbao italiano ya está hablando italiano), explicarle al inspector que no pudimos “convalidare”. El chuletón del inspector nos pone cara de asco, dice que ese no es su problema, le pide a Eduardo su identificación, yo le grito a Eduardo que no entregue su cédula, Eduardo le entrega al chuletón su cédula y el chuletón continúa su travesía por el transporte. Un poco más atrás que nosotros está una japonesita que, al igual que nosotros, había comprado su boleto pero por la multitud no pudo “convalidare”. El mismo chuletón le dijo a la japonesita que debía pagar una multa de 34 euros por no haber convalidado el ticket. La pobre trata de explicarle en inglés lo que había pasado, cuál era el verdadero motivo por el que no había introducido el ticket en la dichosa máquina. En eso me volteo y Eduardo me dice que le diga a la japonesita que no pague la multa. Giro la vista y, según Eduardo en el inglés más fluido y seguro que me ha escuchado jamás hablar, le grito a la japonesita: “Don’t pay. Isn’t fair. This is not our fault. Don’t pay!”. Bajo la mirada y observo un billete de 50 euros en la mano del inspector. Recuerdo que la japonesita me contestó: “Me han robado. Esto es injusto, yo compré mi ticket”. La furia que había logrado calmar, después de haber sido manoseada por los inmundos viejos gordos, comenzó a aumentar intempestivamente. El inspector volvió hacia nosotros y nos dijo que debíamos pagar 34 euros cada uno. Mi grito creo que se escuchó en toda Nápoles. Le dije: “No vamos a pagar nada. No fue nuestra culpa”. Mientras Eduardo argüía: “Somos turistas”…<br />Los tres inspectores chuletones nos obligaron a bajar del autobús, yo miraba a la gente suplicándoles que explicaran en su perfecto italiano que el autobús había estado tan lleno que fue imposible convalidar el ticket. Recuerdo la mirada de un viejito con la que me decía: “Tienes razón, pero qué le vamos a hacer”. Me sentí miserable. Al bajar del autobús le grité al chofer y le exigí que les dijera que teníamos razón, que el transporte se llenó tanto que se nos hacía imposible desplazarnos hasta la máquina “convalidadora”. El imbécil del chofer volteó hacia otro lado. Lo odié, juro que todavía lo desprecio. Ya en la calle uno de los chuletones le cobraba la multa a la joven pareja de italianos que no había comprado boleto. El otro chuletón parecía tener ganas de fumar un cigarro y no hacía nada, mientras el chuletón más chuletón de todos inisitía en cobrarnos la multa. Yo le explicaba, le decía que habíamos comprado los boletos, que “multa gente” se había subido al autobús y que no nos pudimos mover hasta que ellos se subieron, que fue el momento en el que se vació el autobús. El viejo imbécil me ponía cara de desprecio y me decía que no le importaba, que debíamos “imprimire”, o algo así, el ticket, que si no lo “imprimire” teníamos que pagar la multa. Yo le gritaba que no íbamos a pagar eso porque era injusto. Mientras tanto, Eduardo trataba de hablar con el otro viejo chuletón. Eduardo decía algo así como (pónganle el acento cantadito italiano): “Somos turistas. Venire a conocer el Vesubio, la Pompeya… Nosotros non venire a robare, venire a conocere. Nosotros comprare el pasaje…” El señor puso cara de abuelito y le dijo que entendía, pero que ya había multado a otra gente y no podía hacerse el loco. Fue entonces cuando el viejo idota que peleaba conmigo le dijo a Eduardo que la japonesita había pagado su multa y Eduardo le contestó (de nuevo con el acento cantadito italiano): “La japonesa tenere dinero, nosotros no tenere dinero”. Yo quería matar a Eduardo porque ese no era el punto (a parte de que la cantidad que pretendían que pagáramos nos daba para pagar el tren a Pompeya –ida y vuelta- y una abundante cena en la exquisita Trattoria Medina). Fue entonces cuando intentamos explicarle al inspector con momentáneas caritas de abuelo que nosotros sí habíamos comprado el ticket. Yo le hablaba y le contaba todo. No sé si fue por mi cara de indignación que el abuelito me pidió que se lo contara todo pero “piú piano”. Comencé a narrarle toda la travesía. Le contamos que una señora le gritaba al chofer: “Non abrire la porta”, porque no cabía más gente. Eduardo le nombró una estación en la que el chofer no se paró. El abuelito parecía entender. Nos pidió los tickets. Le dije a Eduardo que se los enseñara. Sentí que ya se había resuelto el “mal entendido”. Eduardo dice que no tiene los tickets, que el chuletón mayor se los había quitado junto con la cédula. Se los pedimos al chuletón. Es en este momento en el que mi furia se dispara, justo cuando el inspector chuletón nos dice que nosotros no habíamos comprado ningún ticket, que no se los habíamos mostrado y que mucho menos él los tenía. Se me volaron todos los tapones (como luego me dijo Eduardo), miré al imbécil inspector y le grité: “No. No. No. Tú no me vas a robar a mí. Yo vengo de un país donde hay más ladrones que tú. Devuélvenos los tickets!!!!!”. El descarado del inspector se revisaba los bolsillos y decía que no tenía nada. El inspector con cara de abuelito le pidió los tickets y el chuletón mayor le respondió que no sabía qué los había hecho, pero que igual nosotros no los habíamos “convalidado”. Le volví a gritar, le dije que no fuera descarado, que aceptara que nos había quitado los tickets, que reconociera que sí los habíamos mostrado. Fue entonces cuando nos asomó la posibilidad de llevarnos a la policía. Eduardo respondió: “Llévennos a la policía, porque real no tenemos”. Yo no sé si es porque los tipos no estaban vestidos de PM, pero continué reclamando de la peor manera, lo reconozco. Le volví a explicar que no pudimos convalidar porque estaba lleno el transporte. Con voz burlesca el idiota del chuletón me dijo que había tres máquinas a lo largo del autobús que esa no era excusa. Le dije que mentía. En el medio de este autobús no había máquina. No sé qué fue lo que pasó, pero de repente el inspector con cara de abuelito y de estar obstinado nos dijo que nos fuéramos, que lo dejáramos así, y le pidió al inspector chuletón que le entregara a Eduardo la cédula. Nos fuimos a la estación. Yo seguía indignada, le dije a Eduardo que nunca más entregara su documentación (que él consideró en algún momento dejársela a los inspectores). Comentamos indignados todo el evento. Yo caminaba contenta porque habíamos logrado no pagar la multa y recordaba fúrica el hecho de que el chuletón nos quisiera robar mintiendo sobre nuestros tickets y diciendo que él no los tenía. <br />Ya en la estación, cuando estábamos comprando los pasajes para ir a Pompeya, Eduardo me llama y me dice: “Bea los tickets del autobús los tenía yo”. El muy Rupe, había vuelto a guardar los tickets sin convalidar dentro de su cartera luego de que el chuletón del inspector se los pidiera, pero entre el alboroto de la discusión Ed no recordaba que el inspector se los había devuelto y juraba que el tipo nos estaba chuleando al mejor estilo de la PM.Unknownnoreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-2210797362772812366.post-1172397745877438512007-09-15T06:15:00.001-04:002007-09-15T07:04:31.048-04:00IMPRESIÓN NAPOLITANAGiró Nápoles. Dio, con soltura, un vuelco fascinante al periplo cultural y caminero que habíamos iniciado en Venecia. Escribo esta nota en Taormina, Sicilia. El Etna, en lontananza, supurando humo blanco, brinda, a pesar de la violencia que guarda, una tranquilidad inédita.<br />Hay, sin duda, cansancio. Atravesamos Italia en un mes. “Sancho, hemos topado con la iglesia”, recordaba Bea, quijotescamente, al caminar el Corso Umberto I de la capital de la Campania. En su memoria, parodiando a Cecilia Egan, mudaba algunas expresiones: “Sánchez, hemos topado con la autoridad… y con los chulos”. Algunos episodios napolitanos motivaron esa cita.<br />Disfruté Nápoles. El escándalo, sin duda, es el rasgo sobresaliente de su idiosincrasia. Caos amable, suciedad armónica, gritos y bulla, calles imposibles, tráfico indecente. Las guías de viaje, los comentaristas de oficio, los consejeros de ocasión y demás compañeros circunstanciales temen de ella. Nápoles, dicen, se parece a Caracas. Esa referencia pareciera ser argumento suficiente para suprimir referentes éticos, estéticos e, incluso, turísticos. Beatriz, inmersa en esta literatura, tuvo miedo de Nápoles desde la ventana del tren. Vesubio y Ávila, por imposible analogía, parecieron mezclarse en su particular imaginario. No percibo, a pesar de que podría ser un ejercicio interesante, al Ávila escupiendo candela. No veo al Vesubio, en los días decembrinos, con una cruz de luces clavada en el pecho. Guarenas y Guatire, sin duda, tendrían un mejor aspecto si, al igual que Pompeya y Herculano, se hubiesen ahogado en néctares de tierra allá por los años contemporáneos a Cristo. <br />Luego vino el taxi. No lo dijo, su mirada fue suficiente: "No me gusta Nápoles". Eso sugería el rostro invertebrado de Bea. El tráfico, efectivamente, recordaba la Francisco Fajardo en horas pico. El Metro, en construcción, congestionaba el centro. El concepto europeo de “paso de peatones” no existe en este lugar. Golpe de sol, ciudad caliente. El taxi cogió rumbo al cerro. “Hay lugares de Nápoles que se parecen a Catia”, me dijo, en una oportunidad, un compañero de trabajo en el San Ignacio. Nunca fui a Catia, siempre asumí mi sifrinería sin complejos. La subida que llevaba a nuestro hotel me recordaba, sin embargo, la rampa de Cotiza, en algún lugar de la Andrés Bello. Los ojos de Beatriz, sumidos en la desesperanza, simulaban sosiego. La calle mostraba, sobre todo, señoras mayores, viejitos, niños con pelotas y helados. Luego de inventar una vereda (doble vía, para colmo) paramos en el Hotel Il Convento.<br /><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhJ6mXTPcsEv5SfDhkdRELEFEt69zhU4E-eha4ZWb1V1QOabqAKeJIz4igXL1oUBfswQIKs4okn-uQYpg4o3pbNM-az2qjklcvE9ZFe97IFot3P56pn9L96DfXU9XBjZw9lsRwi3NW9awg/s1600-h/Vista+desde+el+hotel+II.JPG"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhJ6mXTPcsEv5SfDhkdRELEFEt69zhU4E-eha4ZWb1V1QOabqAKeJIz4igXL1oUBfswQIKs4okn-uQYpg4o3pbNM-az2qjklcvE9ZFe97IFot3P56pn9L96DfXU9XBjZw9lsRwi3NW9awg/s200/Vista+desde+el+hotel+II.JPG" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5110373714563196530" /></a><br />Vista de una calle napolitana desde el hotel<br /><br /><br />El miedo de Bea se disipó al bajar a la ciudad, al atravesar un <em>boulevard</em>, afín a la Sabana Grande ochentera, en el que, verdaderamente, tuvimos noticia de la antigua capital del Reino de las dos Sicilias. Un empleado del hotel, que había trabajado en Caracas hace algunos años, nos indicó, con gestos, que la comparación era espuria. “Como Caracas nunca”, dijo cuando hicimos referencia a la posible inseguridad. “Eviten llevar objetos de valor, por si acaso”, fue su único comentario. Por fortuna, desde niño, tengo cara de pobre. Si no me robaron en Caracas en 29 años no va a venir a robarme un napolitano. Además, sin afeitar, tengo un <em>look</em> de malandro que intimida a cualquier ladronzuelo. Me dije en ese tránsito.<br /><br />Recordaremos de Nápoles, sin duda, el golfo: <br />Ischia, <br /><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEguNhrOJrmv7Ko-G7G46_EBZeAHc6HLcgVUX3vx66zOl0rzTM7UKmvPosrf3fHS18dc5C6w_Zea-V1OahJPPlSTrIEv-9ZhK3iz2sjfnciXC6GAxqdt475hyyyl5ZC8DnUZf3phTIRT9SQ/s1600-h/Con+sol!!!.JPG"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEguNhrOJrmv7Ko-G7G46_EBZeAHc6HLcgVUX3vx66zOl0rzTM7UKmvPosrf3fHS18dc5C6w_Zea-V1OahJPPlSTrIEv-9ZhK3iz2sjfnciXC6GAxqdt475hyyyl5ZC8DnUZf3phTIRT9SQ/s200/Con+sol!!!.JPG" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5110376248593901186" /></a><br /><br />Capri <br /><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjKRyUBn7jpAQYi71N0erG7fuZJQ634hY3QuZWnVrYA3Cb_jVe5Q3RyhRy8M_XTnLo0yPeE-nKwoKVggweSN6Qj13voSQ4KLvOFrbGQng3yU4cuVeCX9UrbuUTFlIdTc9Rbl8VcV8A-g3c/s1600-h/Ed+en+Capri.JPG"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjKRyUBn7jpAQYi71N0erG7fuZJQ634hY3QuZWnVrYA3Cb_jVe5Q3RyhRy8M_XTnLo0yPeE-nKwoKVggweSN6Qj13voSQ4KLvOFrbGQng3yU4cuVeCX9UrbuUTFlIdTc9Rbl8VcV8A-g3c/s200/Ed+en+Capri.JPG" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5110377713177749138" /></a><br /><br />y Positano. <br /><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi4nDu-Uu3Re1Fkbd9BQfrniP4rSqg4k2qdhQMf07TIUWbElZevatbnrCk72Se-7UCziTJTvsdrQ8vQyj7VPxRzlgY1xZGMV0WKu2vGhypfHGEgBrygO_XKbgQInzALFhHMncAXgvk8rqo/s1600-h/Positano.JPG"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi4nDu-Uu3Re1Fkbd9BQfrniP4rSqg4k2qdhQMf07TIUWbElZevatbnrCk72Se-7UCziTJTvsdrQ8vQyj7VPxRzlgY1xZGMV0WKu2vGhypfHGEgBrygO_XKbgQInzALFhHMncAXgvk8rqo/s200/Positano.JPG" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5110379070387414690" /></a><br /><br />El Tirreno es un mar serio, de azules promiscuos y variables. Hallamos, en Capri, una playa solitaria llamada Bagno di Tiberio. <br />Supuestamente, el antiguo emperador acostumbraba relajarse a la sombra de este hermoso risco. Tinto Brass, con su <em>Calígula</em>, es responsable de que el nombre de Tiberio venga, ineluctablemente, acompañado del rostro de Peter O’ Toole. Así, mientras Bea tomaba un baño en una piscina de piedras, imaginaba a Peter O’Toole en su rol de emperador insolente adoptando la locura, en sus ratos de ocio, como política imperial.<br /><br />Nápoles también será memorable por su comida. (Atención Egan) La Trattoria Medina ha sido (y creemos que será), sin duda, la mejor experiencia gastronómica de nuestro viaje. Como le he dicho a Bea: probablemente esta sea la mejor comida de nuestra vida de casados. Los adjetivos para describir tanta delicia saturan y sofríen los significados. Las cinco noches napolitanas fueron acompañadas de sendas cenas. El mejor <em>linguini frutti di mare</em> de mi historia; <br /><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhm3pciibvCCh6_ecVokQLqSJ3gdKjgt-nAi-kUgAcG97HuVOl2OCdeCglQLqleuvHKY5W2CmxBdDbwGUqTonRLoEdI7AxE35Y_GpgXxmIaRp9qyjelfElzxIRQNxATSftooRXCDhqtzmc/s1600-h/Trattoria+Medina.JPG"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhm3pciibvCCh6_ecVokQLqSJ3gdKjgt-nAi-kUgAcG97HuVOl2OCdeCglQLqleuvHKY5W2CmxBdDbwGUqTonRLoEdI7AxE35Y_GpgXxmIaRp9qyjelfElzxIRQNxATSftooRXCDhqtzmc/s200/Trattoria+Medina.JPG" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5110382811303929522" /></a><br /><br />un antipasto de la casa abundante y preciosista, un mixto de carne temerario (este día abusé, comí como un desalmado, el plato soportaba, por lo menos, cuatro cortes de carne y chorizo, fue un amable exceso), <em>spaghetti al vongole</em> (para Bea), una torta de limón que no podré olvidar y otras delicias indecibles que condicionaban las alternativas del gusto. Además, músicos napolitanos, acompañados de guitarra y mandolina, blandían melodías populares que decantaban el vino de la casa. <br /><br />Bea, por su parte, narrará (PRÓXIMAMENTE EN <strong>COMIDA CHINA</strong>) algunos episodios incómodos: casi nos multan los policías más chulos del Mediterráneo. Luego, cuando ella se haya desahogado, daré mi versión de los hechos.<br />Amé Nápoles. Si alguien, en la calle, pide mi opinión, seguro diré: “Nápoles es un peo”. Comparto con Bea la impresión de que no me gustaría vivir ahí. Cinco días y cinco noches, sin embargo, quizás una semana, creo que son argumento suficiente para disfrutar y aprehender otro concepto de Italia.<br />Vittorio De Sica, a mediados de los 50, dirigió <em>Il oro de Nápoli</em>. Pude conseguir esta joya, hace algunos meses, en las afueras de la UCV. Decía, entonces, el director, al inicio del filme, que el carácter áureo de la ciudad lo brindaba su gente. Cincuenta años después encontré las calles idénticas a las del referente fílmico: los mismos balcones, la misma pizza. Traté de buscar a Sofía Loren, con veinte años y un pecho volcánico, en algún portal, pero no la vi. Totó, el comediante italiano, caminó las mismas calles hace tiempo… El Etna dice en susurro ahumado: Apetece(para otro momento, sin duda)revisar un ensayo que especule sobre la naturaleza del tiempo.<br />Bea tiene prisa por bajar al Mediterráneo. El Etna, al fondo, luego de sugerir alternativas filosóficas se calza una nube, verdaderamente, blanca. Un verso de Calamaro entra, intermitente, y recita, con voz rasgada, que el destino, a su manera, fortalece… esta forma de vivir. (No. 5. "El compositor no se detiene". Incluida en <em>El Palacio de las Flores</em>).<br />Cuando se pueda, cuando las conexiones lo permitan, <strong>COMIDA CHINA </strong>ofrecerá otras notas.<br />Saludos.<br />EduardoUnknownnoreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-2210797362772812366.post-23105087156808604222007-09-09T15:43:00.000-04:002007-09-09T15:45:41.229-04:00BELLA NAPOLI<strong>COMIDA CHINA </strong>no dispone de conexi<strong>O</strong>n a Internet (ni acentos) en N<strong>A</strong>poles. Primera impresiOn: inmensa, encantadora. Un caos alegre. Seguiremos escribiendo...Unknownnoreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-2210797362772812366.post-19140540060053213512007-09-07T19:44:00.000-04:002007-09-07T19:47:51.474-04:00PRÓXIMAS NOTAS:<em>La Traviata</em> – <em>Lucca</em> – <em>Siena</em> – <em>San Gimignano</em> – <em>Piazza Poggi y la iglesia de San Miniato</em> (El lugar más hermoso que vimos en Florencia). <strong>Y MAÑANA</strong>: a Nápoles. Le pediré a Bea que escriba algo. Saludos, a los contados y leales lectores, les desea la junta directiva de <strong>COMIDA CHINA</strong>.Unknownnoreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-2210797362772812366.post-32905899192178678642007-09-07T19:36:00.000-04:002007-09-07T19:51:04.992-04:00IL CAMINETTO Y OTRAS HISTORIAS<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEidsGo0lme0YM8b83T4J2bJVzsRE3S7jALeE4UiBmpxvPKXSgRMoM1Zqr0SJRErCOkUUXopiPNFUNRS_TR-C-NrvCqmg-bpxrUImoHuHTOdaIcPwD0SY-ubswiaeF2kQ4LYE9jOIY-g8aM/s1600-h/P9021604.JPG"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEidsGo0lme0YM8b83T4J2bJVzsRE3S7jALeE4UiBmpxvPKXSgRMoM1Zqr0SJRErCOkUUXopiPNFUNRS_TR-C-NrvCqmg-bpxrUImoHuHTOdaIcPwD0SY-ubswiaeF2kQ4LYE9jOIY-g8aM/s200/P9021604.JPG" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5107611201787299106" /></a><br />Desde que comenté a la familia de Bea que, para la Luna de Miel, visitaría Florencia supe de <em>Il Caminetto</em>. Según, hace diez años, aproximadamente, mi suegra tuvo en este restaurante una de las experiencias gastronómicas más significativas de su vida. Cuando Bea visitó la ciudad, en otro tiempo, no pudo dar con él. En esta oportunidad, tarjeta en mano, dimos sin conflicto con el pequeño local en la Via del Studio, próxima al Duomo. ‘<em>Bego comió acá una excelente sopa inglesa</em>’, recordaba Bea con frecuencia. Yo, comensal desalmado e ignorante, juraba que la sopa inglesa era una entrada –<em>un plato caliente, por demás</em>, y resulta que es un postre. Para furia de Bea, este plato, quién sabe hace cuánto, desapareció del menú. <br />Fuimos al <em>Caminetto</em> en dos oportunidades. Comimos bien. En la primera oportunidad comí como un salvaje. Tragué, sin vergüenza ni modales, un inmenso <em>steack</em> a la florentina. Desde Venecia, nuestros manjares han oscilado entre la pizza y la pasta; la ausencia de carne justificaba, en parte, mi bestialidad. Bea también comió bien, pedimos entradas, postre, vino. Por supuesto, tuvimos que pagar con la tarjeta. <br />La segunda oportunidad en la que visitamos <em>Il Caminetto</em> sucedió un evento gracioso. Yo, el inventor, el toscano improvisado, ordené una exquisitez que se refería en el menú del día - <em>pensaba que era carne</em>. Bea ordenó unos espaguetis <em>frutti di mare</em>. Hambriento, degusté con placer el inmenso bistec que pusieron sobre la mesa. La salsa, por su parte, especial. El olor inédito. Al probarlo: hígado. Odio, usualmente, el hígado. No me quedó más remedio que disfrazar el fortísimo sabor entre papas fritas, pan y <em>Coca-cola</em>. Desde entonces, evito salir del menú oficial de pasta y pizza.<br />Hemos comido con placer, en general. Bea, cuando amanece tacaña, planifica odiosas paradas en Mc Donalds. Es, efectivamente, económico pero, sin duda, resulta grosero comer combos en la Toscana. <br /><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjqPWAEp5qYy9edEz2RT_BOOYatSmKyefwPU0Lbe3tC0gqjOBPnknL0AZ7XNqzviM6VmvVVdGw-CamgUf2LuAYplLfyr1bwfRckev3gIUBdCvshh-ffdpKwa4foTYl-Hul3W1GkmrCXDCI/s1600-h/P8311573.JPG"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjqPWAEp5qYy9edEz2RT_BOOYatSmKyefwPU0Lbe3tC0gqjOBPnknL0AZ7XNqzviM6VmvVVdGw-CamgUf2LuAYplLfyr1bwfRckev3gIUBdCvshh-ffdpKwa4foTYl-Hul3W1GkmrCXDCI/s200/P8311573.JPG" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5107611498140042546" /></a><br />Hemos vuelto al bar Guiness a ver fútbol, vimos, por ejemplo, rodeados de florentinos exaltados el Milán – Florentina que se jugó el pasado lunes en la noche. Yo, por supuesto, apoyaba al Milán. “<em>No cantes los goles, por favor, si quieres que salgamos con vida</em>” comentaba Bea, bajo cuerda, entre la banda de chulos, barrigones, borrachos y fiesteros toscanos que nos acompañaba. La impresión inicial, en parte, cambió. Bea tiene razón: “<em>Florencia es rara</em>”. Reitero, sin embargo: “<em>hay que caminar… y descubrirla</em>”.Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2210797362772812366.post-72137218381624162072007-09-07T19:31:00.001-04:002007-09-07T19:35:34.965-04:00IGLESIAS FLORENTINAS<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhIpsQip6UFy6r4EW19SJxELaRyhOq9nj-MrO98W_p3XpC9xRqfnnRZZoTOlC6SI81RzBFBFZL7TvJZ0ONrZsB8rPQ6TCatFgp0FpZ2NL8v-jlkHjstv5Gdd9dM695UWu6dT81ifwnEoTY/s1600-h/P9021630.JPG"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhIpsQip6UFy6r4EW19SJxELaRyhOq9nj-MrO98W_p3XpC9xRqfnnRZZoTOlC6SI81RzBFBFZL7TvJZ0ONrZsB8rPQ6TCatFgp0FpZ2NL8v-jlkHjstv5Gdd9dM695UWu6dT81ifwnEoTY/s200/P9021630.JPG" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5107609732908483858" /></a><br />En el Duomo, por dentro, no vimos gran cosa. <em>La Piedad</em> de Miguel Ángel está en un museo aparte en el que, por supuesto, cobran. Hay un Ucello interesante en el que se representa a un famoso <em>condottieri</em>. La iglesia de Santa Croce, por su parte, con el argumento de que sirve de lugar de reposo a los gigantes, exige el pago de una entrada costosa. Adentro, caminando entre esculturas y pinturas inmensas, todo se olvida. Disfrutamos asistir a las tumbas de Maquiavelo, Miguel Ángel, Dante, Vasari, Foscolo. Por más que busqué la de Boccacio, quién, supuestamente, se encuentra enterrado en ese lugar, no la encontré. <br />En Santa María la Novella hay un Masaccio impresionante:<em>La Trinidad</em> (<em>otro grato referente escolar</em>). El Cristo de Brunelleschi también es extraordinario. A Bea le gustó más el de Giotto. <br />Una iglesia que, a pesar del cobro, pudimos disfrutar a plenitud fue Santa María del Carmen, al otro lado del Arno. Acá están los famosos frescos de la Capilla Brancacci. Masaccio hizo en este lugar obras excelsas: <em>El pago del tributo</em> y <em>El bautismo de Cristo</em> son de las más soberbias. Había poca gente, pudimos sentarnos, acercarnos, palpar los ángulos. Masaccio, por fortuna, no ha sido absorbido por la industria cultural y esta iglesia no se ha convertido en una montaña rusa. Bea hizo comentarios interesantes – <em>a indagar bibliográficamente</em>, sobre el personaje de San Pedro y sus vestiduras.Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2210797362772812366.post-91946186704700363302007-09-07T19:25:00.000-04:002007-09-07T19:30:20.580-04:00GALERÍA UFFIZI Y OTRAS NOTAS<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgrAM9HnzSMJGwS-LTkIK-X3_595MeRTrf80aSMeoZ9-7r5pkl3DBPmMnW2vdhwOyaTCusGMfyFkcsfLSYm2bmHOVv73Prg2sWU1SZM1tChlkQZBFKBrdyACGcenRQSNyZ69FaGkGqtJVM/s1600-h/P9061684.JPG"><img style="float:right; margin:0 0 10px 10px;cursor:pointer; cursor:hand;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgrAM9HnzSMJGwS-LTkIK-X3_595MeRTrf80aSMeoZ9-7r5pkl3DBPmMnW2vdhwOyaTCusGMfyFkcsfLSYm2bmHOVv73Prg2sWU1SZM1tChlkQZBFKBrdyACGcenRQSNyZ69FaGkGqtJVM/s200/P9061684.JPG" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5107608607627052290" /></a><br />En Florencia todo referente cultural lo cobran. Si Jesús de Nazaret volviese al suelo y, reciclando los episodios de su vida pasada, se propusiera expulsar a los mercaderes del templo acá, en la ciudad de los Médicis, se daría banquete. Los precios para entrar a iglesias, conventos, baptisterios, museos o edificios antiguos son, en su mayoría, abusivos. Lo del Palacio Pitti es de escándalo: pagamos un billete de 11 euros c/u con el que sólo pudimos visitar dos salas. Los hermosos jardines reales sólo pudimos apreciarlos desde la distancia. Por otro lado, los encargados de custodiar y vigilar el ingreso a los museos son, en su mayoría, groseros y mal encarados. <br />De no ser por nuestro compromiso estético con Botticelli, Tiziano y Piero de la Francesca, entre otros, con gusto nos habríamos dado la vuelta a la entrada de la Galería de los Uffizi. <br />El celo por entrar a estos lugares, aunado al exceso turístico, hace que la visita sea incómoda. Disfruté, particularmente, el recorrido por la Galería de los Uffizi, sin embargo, el concepto Sambil que se desarrolla entre los andantes hace que, en ocasiones, se sienta algo muy parecido a la nausea. <em>La Primavera</em> resulta fascinante. <em>La virgen del Magnificat</em> impone su noción original y plena de belleza. Pude disfrutar, de manera afable, del retrato de mi siempre bien apreciado Federico de Montefeltro modelado por Piero della Francesca. <em>La anunciación</em> de Leonardo también es preciosa. Pudimos entrar a los Uffizi ya que, hacía más de un mes, había reservado las entradas por Internet. La cola para adquirir boletos, bajo una lluvia fuerte, daba dos vueltas al edificio.Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2210797362772812366.post-82324111544622345782007-09-07T19:22:00.000-04:002007-09-07T19:24:54.277-04:00EL DAVID<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhOFwDa515gVqV2c7z8oqhyphenhyphenCw6k-2kZLa7s0Aojus67doorC5Rw4dZmTUAdQW15kk10Wlz6NfEFjnbGFehyphenhyphen_YKwpq2ddWdKiAtsF3jJ4dMc9no7n1qq7jj8V_9davsFyIZzeNW1cCay-Vc/s1600-h/David+M.A.jpg"><img style="float:right; margin:0 0 10px 10px;cursor:pointer; cursor:hand;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhOFwDa515gVqV2c7z8oqhyphenhyphenCw6k-2kZLa7s0Aojus67doorC5Rw4dZmTUAdQW15kk10Wlz6NfEFjnbGFehyphenhyphen_YKwpq2ddWdKiAtsF3jJ4dMc9no7n1qq7jj8V_9davsFyIZzeNW1cCay-Vc/s200/David+M.A.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5107606945474708722" /></a><br />El <em>David</em> impone. Nada que decir. Cualquier referencia a su gigantomaquia obliga a redundar sobre el concepto de ‘lugar común’: efectivamente, no hay palabras, es difícil de definir, etc. Hay que estar frente a él para asimilar su grandeza. Miguel Ángel es un monstruo. En Roma –<em>espero</em>, tendremos la oportunidad de ver el <em>Moisés</em>. La Galería de la Academia es el hogar, exclusivo, del <em>David</em>. Estos chulos florentinos –<em>ya daremos indicios suficientes que justifiquen su chulería</em>, rellenaron el espacio con piezas menores del Perugino, Ghirlandaio y algunos manieristas. Sin embargo, la Galería le pertenece al gigante. Aunque me desagrada la palabra ‘maravilla’ – <em>me gustaría más si fuese ‘esdrújula’, tendría mayor riqueza literaria</em>, debo decir, sin complejos, que el <em>David</em> de Miguel Ángel expresa ese significado. Vale la pena estar ahí. A Bea le gustó mucho. Verdaderamente, impresiona.Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2210797362772812366.post-68114509480390603692007-09-07T19:14:00.000-04:002007-09-07T19:56:33.314-04:00EL OTRO LADO DEL ARNO<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjWGkQg5giEaN6qLZhJFj2fNRr3Gs_0pRbU6DY6w4pgsWAoS9zRJnYx1yORq9GUEs7CxAim9etK6OLJIKCuwZFSTIYv6y7oDAVegxPCgDitm7EvLtCqHifv_9rUXPYffQCIMl0wayvXWT8/s1600-h/P9041665.JPG"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjWGkQg5giEaN6qLZhJFj2fNRr3Gs_0pRbU6DY6w4pgsWAoS9zRJnYx1yORq9GUEs7CxAim9etK6OLJIKCuwZFSTIYv6y7oDAVegxPCgDitm7EvLtCqHifv_9rUXPYffQCIMl0wayvXWT8/s200/P9041665.JPG" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5107605682754323666" /></a><br />La Florencia de los lares del Palacio Pitti es mucho más amena. La multitud se diluye, se camina con espacios. Descubrimos, el día de nuestra llegada, un bar Guiness en el que pudimos ver la Supercopa de Europa. Estaba aturdido. Otra decepción, quizás la más profunda de mi periplo florentino, fue el Ponte Vecchio. Me pareció –<em>me parece</em>, espantoso. No puedo atravesarlo, me desagrada profundamente. En código interno lo describo como el barrio Los Chaguaramos. Bea se ríe y se ofende con este comentario. Este pintoresco puente fue, aparentemente, el único que los alemanes perdonaron en su retirada de 1944. <br /><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhW6VZ4r8HocjEQJrhZYlZuncuzxuWx8Y5RZo0_duXlvvRQfhu_Vwlgtm-zZ2YvvQ1r_lVMOKSFoZvTPuHLZsQ4yvGly-eLCBM0C8f9cBwQSB5nIvAYd4wEzUc8xf1XHa8czNAfk28A0OE/s1600-h/P8311561.JPG"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhW6VZ4r8HocjEQJrhZYlZuncuzxuWx8Y5RZo0_duXlvvRQfhu_Vwlgtm-zZ2YvvQ1r_lVMOKSFoZvTPuHLZsQ4yvGly-eLCBM0C8f9cBwQSB5nIvAYd4wEzUc8xf1XHa8czNAfk28A0OE/s200/P8311561.JPG" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5107606258279941346" /></a><br />Extraña ciudad. Incómoda. Luego, tras un par de fachadas legendarias, pasa a ser amable. “<em>Florencia </em>– Bea tiene razón, <em>es rara… muy rara</em>”.Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2210797362772812366.post-33361664294913523572007-09-07T19:05:00.000-04:002007-09-07T19:13:58.803-04:00FLORENCIA. Impresiones II<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgl4KjJxG1kHL5QdfN7Vlwd7LInocQIFaBqkvTn3RT0UICgUXwmnXhKTU_7i8qbp44yYa7p9_UGfwKqkmHnZyIoiesTkctDFgTJxv0VElv05xPNXMmlcrSOPM7KtIKLx0m0RxQK6Jb5CE8/s1600-h/P9021615.JPG"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgl4KjJxG1kHL5QdfN7Vlwd7LInocQIFaBqkvTn3RT0UICgUXwmnXhKTU_7i8qbp44yYa7p9_UGfwKqkmHnZyIoiesTkctDFgTJxv0VElv05xPNXMmlcrSOPM7KtIKLx0m0RxQK6Jb5CE8/s200/P9021615.JPG" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5107604347019494594" /></a><br />“<em>Entramos a Florencia por la Hoyada</em>” fue mi comentario al llegar, con clima benigno, a la estación de trenes Santa María Novella. Caminar hasta el hotel fue una pesadilla. Las calles, mal empedradas y sucias, inutilizaban, entre otras cosas, las ‘rueditas’ de las maletas. Mendigos, tullidos y ejércitos de japoneses impedían el avance. Ese día Florencia, particularmente, me aturdió. El Hotel: normal, suficiente. Volvimos a la calle. El aire, enrarecido por acentos promiscuos, se respiraba con dificultad. El hambre, victimaria insensible de los días de viaje, nos hizo caer en una <em>trattoria</em> atendida por dominicanos –<em>sólo a nosotros se nos ocurre</em>. Por supuesto, comimos mal. Al salir, salpicados de bulla y tufos variables, tuvimos que atravesar un horrible mercado de buhoneros. <em>Conejero</em>, <em>El Cementerio</em>, <em>Guaicaipuro</em> o cualquier otro referente popular no resulta tan sórdido e intransitable como esta Hoyada toscana. África Central y América Latina tienen inmensas colonias de comerciantes informales en Florencia. Me sentí, en ocasiones, en las afueras de la UCV. El tráfico, por su parte, también asomaba escenarios criollos: Horas pico permanentes, ambulancias, <em>carabinieris</em> armados hasta los dientes. Ni los vulgares comentarios de la <em>Lonely</em>, ni Internet, ni Guicciardini, describieron este lugar. Bea, quien brevemente visitó Florencia hará unos ocho o nueve años, tampoco recordaba esta apología del escándalo. <br />Las impresiones iniciales, cubiertas de negación y sombra, amenazaban con hacerse más sórdidas. De repente, tras un cruce insignificante, el Duomo. Allí, por fortuna, de manera violenta, Brunelleschi nos gritó y con su rebeldía, mostró una de las más grandes maravillas arquitectónicas que, hasta nuestros días, haya podido realizarse. Bea insistía: “<em>Florencia es rara</em>”. “<em>Habrá que descubrirla</em>” concluí. La cúpula del Duomo opaca, por completo, cualquier nota negativa sobre esta ciudad.<br /><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh3c5aMi1iVvg8vZpydr1q983rf4W0vbxkldL9BPHbe95IS0UxHqUflX0CAMy3q0bq3psSAku-KI3MICSBLFWe4gO82qYTwnA24fSmg4cNIiP9ZZIBJx5SUiVU2Zx4qYO5LhKrr1OAs6-o/s1600-h/P9021602.JPG"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh3c5aMi1iVvg8vZpydr1q983rf4W0vbxkldL9BPHbe95IS0UxHqUflX0CAMy3q0bq3psSAku-KI3MICSBLFWe4gO82qYTwnA24fSmg4cNIiP9ZZIBJx5SUiVU2Zx4qYO5LhKrr1OAs6-o/s200/P9021602.JPG" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5107603646939825330" /></a>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2210797362772812366.post-38863934510951471282007-09-07T19:03:00.000-04:002007-09-07T19:48:51.155-04:00FLORENCIA. Impresiones IPrimer día: “<em>Florencia es rara</em>” dice Bea con frecuencia. Intuye que no me gusta y, en parte, tiene razón. A veces, al tomar una calle sin neón y, extrañamente, aséptica logramos evitar el escándalo. Ciudad de ruido, ciudad artificial, ciudad caótica. Un caos, por desgracia, triste. Florencia fue. Andamos, confundidos, entre ruinas sin encanto. No volvería a esta ciudad.Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2210797362772812366.post-40635565509949772932007-09-05T17:51:00.000-04:002007-09-05T18:05:41.660-04:00FÚTBOL FANTASY (Sólo para ociosos)Invito, a través de esta nueva entrada de <strong>COMIDA CHINA</strong>, a todos los futboleros, sin oficio y entusiastas, a participar en la <strong>COPA WILFRIDO VARGAS</strong>. Esta jornada del <strong>FANTASY</strong>, correspondiente a las eliminatorias para la <em>Eurocopa</em> de 2008, tiene juegos interesantes este fin de semana. Bea y yo tendremos la oportunidad de disfrutar del Italia - Francia en alguna taberna de Nápoles. <br />Los que conocen el <strong>FANTASY</strong> sólo deben apuntarse a la <strong>LIGA</strong> y, gratamente, perder el tiempo montando un equipo. Los que tengan dudas entren a la página WEB de la UEFA. (<em>uefa.com, algo así</em>) y allí encontrarán respuestas. El número para apuntarse a la <strong>COPA WILFRIDO VARGAS</strong> es <strong>74720-7790</strong>.<br />Los espero.<br />Pronto, en <strong>COMIDA CHINA</strong>, continuarán las crónicas florentinas.Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2210797362772812366.post-22055912588292082272007-09-03T16:52:00.000-04:002007-09-03T16:58:51.794-04:00SAN SIRO II (por Bea)<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi_3H1h6ZQaBI4ga47usHK10QgDwNfwoSdzlSzK7EQpsoVPnKW3gkUtjV15lsgFVamm6Q1J1ZOYqJdkc9TNSzSOXSb7sxZJK8xKioPhx81etzPgblRXpWFgVoqTRkKSxM1vttqVsHWsk1A/s1600-h/P8291554.JPG"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi_3H1h6ZQaBI4ga47usHK10QgDwNfwoSdzlSzK7EQpsoVPnKW3gkUtjV15lsgFVamm6Q1J1ZOYqJdkc9TNSzSOXSb7sxZJK8xKioPhx81etzPgblRXpWFgVoqTRkKSxM1vttqVsHWsk1A/s200/P8291554.JPG" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5106084813359969890" /></a><br /><br />Último día en Milán. Nos levantamos temprano para ir a la Pinacoteca Di Brera. Luego visitamos el Duomo. Espectacular. Simplemente, hermoso. <br />En la tarde, Eduardo quería ir al estadio de San Siro. Por supuesto yo no estaba muy ilusionada con la idea. Edo averiguó cómo llegar por Metro, yo le dije que lo acompañaba, pero que me parecía mejor ir “por arriba” para seguir conociendo Milán. A él le pareció buena idea porque, además, no era lejos. Gran error el mío… Salimos vía San Siro. Eduardo –cada vez que le pedía que me enseñara en el mapa dónde quedaba el estadio- me señalaba un lugar no muy preciso sobre la ciudad de Milano (Además, la parte del mapa en la que, según, se ubicaba el estadio, estaba cubierta por una publicidad). Me decía: “Es cerca”. “¿Seguro que es cerca?”. “Sí, es a cuatro estaciones por Metro”. Empezamos la travesía. Caminamos cuatro, diez, diecisiete, veinticinco, treinta y seis cuadras y, en cada una, Eduardo siempre repetía lo mismo: “Falta poco”. Creo que fue en la cuadra número 30 en la que supe que Eduardo no tenía idea alguna de cuál era la verdadera distancia que había entre el hotel y el bendito estadio. En una de las tantas veces que sacó el mapa, para asegurarse de que estábamos haciendo la ruta correcta, me di cuenta de que lo que él me indicaba como “el estadio”, realmente era “la zona de San Siro”. Se podrán imaginar… más de una hora y cuarto caminando para ver un estadio… En un momento de desesperante calor le dije que necesitaba agua. Conseguimos una bomba de gasolina donde aprovechamos para preguntar dónde quedaba el estadio y de paso saciar mi sed. Edo le preguntó a la cajera que dónde quedaba el estadio y la iluminada le dijo que a 50 metros de la estación. Quiero volver a ver a esa persona y que me explique su concepto de “un metro”. Todavía tuvimos que caminar como 25 minutos más. De repente se asomó una horripilante viga roja y, por la emoción de Eduardo, supe que esa cosa FEA era el tan esperado estadio. Feo, es todo lo que puedo decir. Caminamos más de una hora para ver un estadio FEO. La zona en la que está construido también es fea, nada de esa majestuosidad del Bernabéu, estadio que ha sido dispuesto de tal manera que su impresionante arquitectura comulga con la ciudad. Esta cosa de San Siro es tan fea, que prefirieron ubicarla lejos de la bella ciudad de Milán. Destinaron las afueras de la ciudad para ubicar el campo de juego. Al llegar el dichoso estadio me dejó muda una frase de Eduardo: “El tranvía que pasa por frente del hotel viene directo a San Siro”. Imagínense la cara de quien escribe tras, luego de haber caminado kilómetros para llegar a ese lugar, escuchar esas palabras. No sabía si insultarlo o no hablarle por el resto del día. Resignada, le dije: “Paga la entrada y vamos a ver el estadio por dentro”. Mi único comentario durante todo el recorrido fue: “El Bernabéu es más bonito… nunca he pagado por hacer el tour del Bernabéu… cuando lleguemos a Madrid haremos el tour del Bernabéu, ese sí es un estadio de verdad”.<br />Al terminar el paseo, tomamos un tranvía que nos dejó en la puerta del hotel, y, como ya nos habíamos dado cuenta de que no en todos los transportes públicos revisan si tienes pasaje, esa vez ¡viajamos gratis!<br /><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjWQgfL-UZoaTz-PkBfeEvWucdFbmB35cGXnEUBTmXvCxZi6ZkOPGBZMUkZ1-QXRoL6Cqq7542mBnsjbnQcrjkro2H-D6Z9sM3cEdggeu_a-3A6w9bCbCrr_kT41irWJGwzTtfelEWCzaM/s1600-h/feo.JPG"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjWQgfL-UZoaTz-PkBfeEvWucdFbmB35cGXnEUBTmXvCxZi6ZkOPGBZMUkZ1-QXRoL6Cqq7542mBnsjbnQcrjkro2H-D6Z9sM3cEdggeu_a-3A6w9bCbCrr_kT41irWJGwzTtfelEWCzaM/s200/feo.JPG" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5106085096827811442" /></a>Unknownnoreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-2210797362772812366.post-68436632856445477052007-08-30T19:08:00.000-04:002007-08-31T04:12:25.618-04:00SAN SIRO I<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgtcF5wduBIexRUSf4xoT0Ieo4phGBhxLd5Ukz_CUVsc6AhCU3cwALk1LSSSUfNdT1vve9CSwenPZvLxaZrRcxR2FXVGmxh9KntpRl-rVpLyQxTP7-0Tp3Gc8nwF7El49aq7xJ-NPbg5bs/s1600-h/Bea+Gattuso.JPG"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgtcF5wduBIexRUSf4xoT0Ieo4phGBhxLd5Ukz_CUVsc6AhCU3cwALk1LSSSUfNdT1vve9CSwenPZvLxaZrRcxR2FXVGmxh9KntpRl-rVpLyQxTP7-0Tp3Gc8nwF7El49aq7xJ-NPbg5bs/s200/Bea+Gattuso.JPG" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5104635077213976114" /></a><br />Caminamos demasiado para llegar al estadio. Bea, ahora, descansa. El recorrido la aplastó. Pidió, con argumentos sólidos, escribir la crónica sobre la visita a San Siro. Por esa razón, mientras duerme, me limitaré a contar que me salí con la mía y logramos visitar el estadio de fútbol de los equipos de Milán. Bea, sin duda, tiene cosas interesantes que contar a este respecto. Creo, por la delación de su mirada, que no quedaré muy bien parado. El edificio es imponente. Me compré, además, la camiseta de Rino Gattuso. Para los que no lo saben éste ha sido uno de los apodos ‘cariñosos’ que he atribuido a mi señora esposa en los últimos años: “Gattuso”. Los que sepan de fútbol sabrán a qué me refiero. Así que, sin más qué contar, les invito a que esperen la crónica de Bea sobre la peregrinación a San Siro.<br />Mañana, por demás, nos vamos a Florencia.<br /><strong>NOTA</strong>: En el apartado <strong>AMBIENTE FAMILIAR</strong> (<em>A la derecha del BLOG</em>) podrán visitar los contenidos de <strong>VENECIA </strong>y otros lugares del <strong>VÉNETO</strong>.Unknownnoreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-2210797362772812366.post-29718402009274759802007-08-30T19:03:00.000-04:002007-08-30T19:07:56.681-04:00LAGO DI COMO<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjMwP0IqQAQ8uSUSMFgtLjMFiIggo1pwvqsbZQ2lDjrUglIUfyz8Xi8fy2yEyyvqvFL9g6pb40Dev9aEZcBIPVeEnIqsvf2sg-qCwQzHNmjjahUYh1pTJUtc-tC6mqvJ-xpiTIVJaIhkpo/s1600-h/P8281515.JPG"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjMwP0IqQAQ8uSUSMFgtLjMFiIggo1pwvqsbZQ2lDjrUglIUfyz8Xi8fy2yEyyvqvFL9g6pb40Dev9aEZcBIPVeEnIqsvf2sg-qCwQzHNmjjahUYh1pTJUtc-tC6mqvJ-xpiTIVJaIhkpo/s200/P8281515.JPG" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5104634033536923170" /></a><br /><br />Llegamos al lago con llovizna. Un azul curioso, casi imposible, brotaba del plato. El tren, desde Milán, tardó 45 minutos. Caminamos, quemados de brisa marina, por el borde occidental a la laguna. Los pueblos de alrededor amenazaban con nociones inéditas de belleza. Decidimos, aún sin lograr hallar una palabra que pudiese asir el color del agua, tomar un barco hasta la localidad de Bellagio considerada, entre las aldeas de la zona, la perla de Como. <br />Entusiastas e ingenuos, como copias risibles y ‘pangolas’ de Di Caprio y Winslet nos sentamos en la parte delantera de la barca. Cinco minutos más tarde la brutalidad del frío nos hizo correr hasta el interior. Propuse subir a la segunda planta para tener noticia del paisaje y, nuevamente, el frío, inclemente, nos expulsó. El lago es, sin otra palabra pulcra que logre aprehenderlo, hermoso. Lo rodean una serie de pueblos que parecen de mentira. Leímos, en alguna parte, que George Lucas rodó una de las escenas del <em>Episodio I</em> en estos parajes. <br />Bellagio, un sitio pequeño y precioso, nos cautivó. Pudimos ver en el mapa que Lugano se encontraba en la costa de enfrente. De habernos levantado más temprano, quién sabe, hubiésemos podido, aunque sea por unos minutos, aventurarnos al sur de Suiza.<br />Bea, en el bote de regreso a Como, dio con la definición más apropiada y justa que encontramos en relación al color del agua: “<em>Hay un tono de Berol Prismacolor que se le parece. Está entre el gris, el azul y el verde. No recuerdo como se llama.</em>” Yo acoté entonces: “<em>Es cierto. No es ‘petroleo’, ni ‘celeste’… Tiene un nombre propio, no un nombre complementario. Es un color auténtico, de esos tipo terracota o aguamarina.</em>” Nunca dimos con el tono exacto.Unknownnoreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-2210797362772812366.post-17767600713070591762007-08-30T18:59:00.000-04:002007-08-30T19:17:36.757-04:00PINACOTECA DI BRERANos encantó un Cristo de fondo oscuro, el apellido del artista era Bazzi, algo así. Nunca habíamos oído hablar de él. Las dos grandes piezas de esta sala que, curiosamente, integra un complejo cultural del que forman parte la Biblioteca Nacional de Milán y una escuela superior de artes plásticas, son <em>El cristo muerto</em> de Andrea Mantegna y <em>Los desposorios de la virgen</em> de Raphael. En los últimos años estas dos piezas han sido, irrevocablemente, preguntas de examen en el curso de cuarto año. El <em>lamento sobre Cristo</em> –o <em>Cristo muerto</em>, es el mejor ejemplo para comprender el concepto pictórico de escorzo. Desde mis años de formación en Historia del arte con la profesora María de los Ángeles Taberna esta pintura ha sido un referente valioso e inolvidable. <br /><br /><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgRgDO-bKEEml_NEkefCcxnzCSxjXlm1aZaxcaGlF6onpRyk6SZK58bTS3uf-iVxHyb6clcGMomyfP3M9OkIe6WWkRNzH8M25VVN_ExVl26taKpP4bFfabo7pWiSs9MD3vt5YjZHaTwTzE/s1600-h/Cristo+Mantegna.jpg"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgRgDO-bKEEml_NEkefCcxnzCSxjXlm1aZaxcaGlF6onpRyk6SZK58bTS3uf-iVxHyb6clcGMomyfP3M9OkIe6WWkRNzH8M25VVN_ExVl26taKpP4bFfabo7pWiSs9MD3vt5YjZHaTwTzE/s200/Cristo+Mantegna.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5104636348524295746" /></a><br /><em>Los desposorios de la virgen</em>, por su parte, se encuentra en una sala pequeña. Comparte espacio con una virgen de Piero Della Francesca y otro lienzo religioso que ya olvidé. Bea, probablemente aburrida, hubo de soportar mi lección. Ráphael Sanzio fue, siempre, una de las clases que más disfruté dictar. Este último año, con los chamos de la 81, fue de las más gratas exposiciones.<br />Hay un Tintoretto extraordinario en esta galería: <em>el rapto del cuerpo de San Marcos</em>, algo así. Hay, también, un Caravaggio. Y, entre otras glorias, una serie de un pintor veneciano que logró conmoverme: Francesco Hayes. Supe de este artista por Isabel Paradisi, una alumna de la promoción 79. Fue ella quién, por primera vez, me habló de su obra. Revisé, entonces, breves referencias biográficas pero nunca lo tomé en cuenta. Hoy, luego de ver <em>El beso</em>, el retrato original de Manzoni y otra pintura fascinante cuyo título no recuerdo, Hayes ha pasado a ser, obligatoriamente, objeto de estudio. Me tocará, al llegar a Madrid, leer sobre él y hallar noticias sobre su historia personal y pictórica. Otro cuadro que me batió fue la última pieza del museo. No recuerdo el nombre del artista –<em>es tarde y me da flojera buscar en Internet</em>, es el cuadro, afín a la estética del realismo social, que presenta la película <em>Novecento</em> de Bernardo Bertolluci. Arranca el film y, tras los créditos iniciales, la cámara inicia una especia de <em>dolly out</em> que va mostrando la totalidad del lienzo. Recordé, al contemplar el cuadro, la magistral interpretación de Burt Lancaster en ese film. <em>¡Qué actores aquellos!</em> Valió la pena, sin duda, asistir a la Pinacoteca di Brera.Unknownnoreply@blogger.com0