jueves, 30 de agosto de 2007

IL CENÁCOLO



Madrugamos. Martes 28 de agosto, 9:15 am. El Hotel Antica Locanda Leonardo, por fortuna, queda a una cuadra de Santa María de Della Gracia. El edificio, modelado por Donato Bramante, a primera vista, no impresiona. La iglesia está retirada del centro. Incautos, japoneses y occidentales, se acercaban a la taquilla con la intención de comprar entradas al cenácolo. “Sold out” citaba la muchacha rubia, sin gracia, que ocupaba la biglieteria.
Siguiendo el consejo de mi mentora y protectora Silvana Rennola compré, desde hace más de dos meses, las entradas por Internet. Atravesamos, en principio, dos puertas de vidrio. La temperatura cambió. A la derecha, surgió el muro.
No hay palabras, castellanas o extranjeras, para describir la cena de Da Vinci. Cualquier aproximación, por exceso o defecto, pecaría. Átonos, atónitos, atontados, batidos por la furia del fresco, asistimos al gigante mural que ha motivado tantas especulaciones.
Quince minutos es el tiempo permitido para contemplar La última cena. Llamaron la atención algunos detalles, sobre todo el tiempo: el desgaste, la mancha de pintura en el pecho de algunas figuras, la falta de rostro en otros.
En el minuto trece, tras amables asfixias contemplativas, una sentencia categórica explotó en mi cabeza: “A Dan Brown deberían meterlo preso”. Lo que ese sujeto, de manera superficial y arbitraria, hizo con esta maravilla debe ser censurado y condenado por distintos tribunales internacionales. El afamado código, vulgar y simplista, es una ofensa al intelecto, una bofetada a la historia y, más aún, a la estética. El código da Vinci, junto a las máquinas de vapor de los baños públicos que, supuestamente, han de secar las manos, son las más grandes estafas del siglo XX.
Haría falta una lectura más seria y literariamente sobria de los evangelios apócrifos. No niego (no negamos) los significados ocultos, las tramas irresolubles de los hombres antiguos pero entendemos que más allá de cualquier comentario bufo sobre los fundadores de Occidente, esta pieza es algo que merece mayor respeto.
Para pasar el ratón intelectual anduvimos por los pasillos de la iglesia. Santa María Della Gracia fue una visita breve que, profundamente, valió la pena.

1 comentario:

Ini Gomez-Castro dijo...

El Código Da Vinci, es una novela, no forma parte de la historia. Creo que hay obras literarias que han sido mucho más polémicas, pero por no ser un best seller no hicieron tanto ruido. Quizás Saramago con su Evangelio segun Jesucristo fue mucho más lejos que Dan Brown; probablemente porque es un señor muy culto y ateo...