jueves, 30 de agosto de 2007

MILANO, MILANO


La ciudad es espectacular. Es una plaza cara. Según, junto a Nueva York, Londres y París, de las metrópolis más costosas del mundo. Llama la atención el Duomo, su fachada impone e intimida; su interior, bañado por vitrales preciosos, crea una atmósfera mística difícil de definir.
Conocimos también el antiguo castillo de Ludovico Sforza, fortaleza maciza que, actualmente, alberga una serie de museos: pinacotecas, museos egipcios, colección de artes decorativas, instrumentos musicales e, incluso –para placer de Bea, abriga un protectorado natural para gatos aristócratas.
Buscamos, en vano, galerías de arte moderno donde poder distraernos de altares bizantinos y vírgenes cuatrocentistas. Caminamos varias cuadras y dimos con un museo en el que sólo se exponía una modernidad decimonónica. Apenas disfruté, en un pesado recorrido por neoclasicistas italianos, de un retrato de Alejandro Manzoni copia, sin duda, del original de Francesco Hayes que suele aparecer en las distintas ediciones de Los novios.
Hermosa ciudad. Particularmente, me gusta. Bea dice que, en algunas partes, se parece a Madrid.
Pronto seguirán las andanzas.

No hay comentarios: