viernes, 7 de septiembre de 2007

EL OTRO LADO DEL ARNO


La Florencia de los lares del Palacio Pitti es mucho más amena. La multitud se diluye, se camina con espacios. Descubrimos, el día de nuestra llegada, un bar Guiness en el que pudimos ver la Supercopa de Europa. Estaba aturdido. Otra decepción, quizás la más profunda de mi periplo florentino, fue el Ponte Vecchio. Me pareció –me parece, espantoso. No puedo atravesarlo, me desagrada profundamente. En código interno lo describo como el barrio Los Chaguaramos. Bea se ríe y se ofende con este comentario. Este pintoresco puente fue, aparentemente, el único que los alemanes perdonaron en su retirada de 1944.

Extraña ciudad. Incómoda. Luego, tras un par de fachadas legendarias, pasa a ser amable. “Florencia – Bea tiene razón, es rara… muy rara”.

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